Mucho se ha hablado de la crisis del CRM (Customer Relationship Management), de sus fracasos, y de todo tipo de negativismos sobre las aplicaciones de Gestión de Clientes.
Años antes, el concepto repetitivo era precisamente el inverso: no se podía, se decía, vivir sin CRM (Customer Relationship Management). Era imprescindible para la gestión empresarial.
Y lo cierto es que, precisamente debido a las expectativas generadas durante años (entre 1995 y 2000 más o menos), muchas empresas perciben que han fracasado: tales eran sus expectativas que era difícil que quedaran satisfechas.
En primer lugar, en muchas ocasiones se han matado moscas con cañones y se han hecho implantaciones innecesarias, complejas y en exceso sofisticadas para realidades empresariales más simples. Por desconocimiento, a veces, por malas intenciones de facturar mucho en poco tiempo de proveedores e implantadores, en otras.
En muchas ocasiones, la cultura CRM no "baja" desde la Alta Dirección. Si la dirección no está implicada en el CRM, más pronto que tarde percibirá que es un gasto innecesario y sin suficiente retorno.
El efecto "fiscalización" es un freno de inconmensurables características en relación con el éxito de CRM en fuerzas comerciales, cadenas sucursalistas o incluso franquicias. Se percibe como un elemento peligroso: "yo le doy a no-sé-quién información de todo-lo-que-hago-con-mis-clientes y... ¿que gano yo?". Esto se preguntan muchas veces los vendedores, las concesiones, las sucursales, etc.
CRM debe servir para:
- Satisfacer clientes
- Superar expectativas
- Adelantarse a los clientes en sus necesidades, motivaciones y expectativas
- Para personalizar
- Para prevenir abandonos
- Para retener bajas
- Para tener alertas de comportamientos perjudiciales en el modo de actuar de la clientela
- Para detectar oportunidades de venta cruzada y complementaria
- Para lograr mejorar la experiencia en caso de incidencia, queja o reclamación
¡Pero no se usa para eso!. Hoy por hoy, se usa para vender.
Es necesario redefinir el rol de CRM en la organización, dotándolo de una dimensión estratégica y una táctica guiada desde una lógica: la Gestión Integral de Clientes, con los siguientes elementos:
- Saber orientar la cultura de la compañía hacia el CRM: Gestionar la cultura desde una perspectiva cliente céntrica: Misión, visión, valores, credo, compromisos de servicio y filosofía de la compañía deben estar obsesionados por la superación de las expectativas de los clientes.
- Gestionar la información desde la perspectiva del one-to-one marketing, analizando preferencias individuales y desde el más riguroso cumplimiento de LOPD (Ley Orgánica de protección de datos).
- Gestionar la comunicación relacional, no spam, no vendedora, no agobiante. Comunicación Informal y Frecuente, regular, cálida y cercana. Fluida, funcional y útil, flexible, frecuente y periódica, no robotizada, recogiendo feedback de los clientes.
- La implantación del CRM debe orientarse a la construcción de una experiencia digna de ser contada, memorable y de disfrute, no sólo a vender.
- La gestión de clientes debe llegar a la clasificación y gestión caracterizada de clientes, identificando clientes críticos y dando un trato privilegiado a los clientes que lo merecen: con mayor rentabilidad, con potencialidad, con mayor antigüedad, etc.
Probablemente tengas un CRM en tu empresa. Pero medita, ¿lo estás usando correctamente? ¿Has aprovechado la inversión?
Fuente: https://www.evaluandocrm.com/exitos-y-fracasos-en-la-aplicacion-del-crm/