Revista Sociedad
Yo no sé si Baltasar Garzón es culpable o inocente. No soy abogado, ni siquiera tengo formación jurídica, pero tengo opinión. Para empezar, la decisión de quitarle la toga no me deja indiferente ni me sorprende. Se veía venir.
Lo primero que pensé nada más conocer la noticia es que era una condena desproporcionada. Luego supe que se había convertido en el primer juez condenado por ordenar unas escuchas. El Supremo sostiene que restringió el derecho de defensa de los cabecillas de la Gürtel con prácticas que sólo se encuentran en regímenes totalitarios. ¿Cabe hablar de prevaricación cuando la decisión fue avalada por otro juez instructor (Pedreira), por la Fiscalía y por un magistrado en un voto particular? A ninguno de ellos se le ha formulado ningún reproche. Ellos no prevaricaron.
El derecho a la defensa es sagrado, faltaría más, pero la propia democracia debería blindarse para impedir que determinados entramados aprovechen ese resquicio para alimentar al monstruo de la corrupción.Durante el proceso, Garzón trató de obtener una copia íntegra de las intervenciones para comprobar si, como indica el fallo, afectaban al derecho de defensa, pero se le negó esa posibilidad. El juez siempre mantuvo que los datos obtenidos durante las escuchas a unos presuntos corruptos nunca fueron utilizados en la investigación. Durante el caso Marta del Castillo, sin relación tampoco con el terrorismo, llegó a utilizarse una medida similar.
El máximo tribunal de la Justicia española tampoco aprecia que lo que pretendía Garzón era impedir que los supuestos jefes de la trama siguieran cometiendo un delito de blanqueo de capitales a través de sus letrados. No es ningún secreto que determinados abogados de minutas millonarias se aprovechan de su condición para ayudar a delinquir. La sentencia es, además, un aviso para aquellos que osen meter sus narices en determinadas cloacas. El mensaje sería algo así como: “cuidadito con lo que hacéis porque podéis acabar como Garzón; los poderosos son intocables”. Hace años, el caso Naseiro también se fue al garete por un defecto de forma.
Tengo la impresión de que aquí se está ventilando otra cosa. Apartar a Garzón de la magistratura por la causa del franquismo habría supuesto un escándalo internacional y por eso se ha optado por esta condena previa.Algunos hablan de Garzón como una especie de “mesías judicial”. Entre ellos se encuentran los que con tanto regocijo han recibido el fallo.
Nunca contentó a todos y es lógico. Dicen que es un egocéntrico, además de ambicioso. Critican que haya querido convertirse en héroe de la justicia universal y en defensor de los derechos humanos, además de implacable perseguidor de corruptos y genocidas de todo pelaje sin importar dónde hubieran cometido el delito. No lo sé. Si sé, en cambio, que 22 años al frente de la Audiencia Nacional, por muy mala fama que tenga como instructor, le han permitido prestar grandes servicios a este país (crimen de Estado de los GAL, narcotráfico, delincuencia organizada, fuga de capitales, terrorismo islamista o de ETA, corrupción política…) Creo que también era el momento de recordarlo.
Tiene, y ha tenido, acérrimos detractores y defensores. Su vida política y judicial nunca pasó inadvertida. Entrar a degüello en una trama de corrupción tan pestilente como la Gürtel tenía un precio. Es lo que pienso, aunque yo, claro, no soy experto jurídico. No soy ni juez ni parte, sólo tengo opinión.