Revista Maternidad

Éxodo hacia la conciliación

Por Gabriel Benítez @BrazosMi
Éxodo hacia la conciliación
Si eres un lector asiduo de mi blog, habrás comprobado que, durante las últimas semanas, el volumen de posts se ha reducido a uno por semana y que aparece el día que menos te lo esperas, lo mismo un martes por la mañana que un jueves por la tarde. No es que me haya quedado sin ideas ni vivencias para contar, es que la vida no me da para más. Entre estudios, el trabajo con horarios raros, la casa y mi niño no me queda tiempo para dedicar aquí.

¿Abandonas?


Qué va, ni mucho menos. Me gusta escribir y es mi hobby. Por eso mismo, mi poco tiempo de ocio lo dedico a ello, por muy poco que sea. Además, como cada post es algo así parecido a una anécdota de mi niño, va a quedarnos un buen diario tanto para nosotros, sus padres, como para él.

Vamos al grano... ¡Éxodo hacia la conciliación!


No soy para nada conformista. Cuando algo no me gusta, intento cambiarlo como sea. Vaya, que remuevo cielo y tierra si es necesario. Ése es el tema que me atañe ahora mismo. Lo que hace cinco años me parecía una buena opción en cuanto al terreno laboral, ahora me está lastrando de tal forma que me afecta sobremanera. No tenía el mejor horario del mundo, pero sí me ofrecía la estabilidad y el sueldo que necesitaba en aquel entonces.

¿Cuándo cambió todo?


Cuando te das cuenta que el dinero no lo es todo, por una parte muy importante que pueda parecer, y piensas que estabas mejor antes de haber cambiado de trabajo y de lugar donde vivir porque echas cosas de menos. Esas cosas que son las que te llevarás cuando acabe la vida. Pasear con tu niño, escaparte un fin de semana cada cierto tiempo sin tener que esperar un año a que lleguen las próximas vacaciones... Al final, la vida se compone de momentos y, si es acompañado, mejor que mejor. De nada me sirve tener tiempo libre cuando todos están trabajando y los niños en la escuela. ¿Qué vas a hacer solo? No es tiempo de ocio de calidad. Ver a mi pareja mientras desayuno y volver a verla cuando vamos a cenar, no es una relación. Con el crío, tres cuartos de lo mismo: acompañarlo a la guardería y volver a verlo para llevarlo a la cama, es como no tener nada. No te das cuenta que está creciendo. Cuando crees que ha aprendido algo nuevo, ya sabe cuatro cosas más y así no vas a cogerle el ritmo nunca. Por no hablar del afecto que va a tenerte, que no va a ser mucho porque apenas habrá compartido ratos contigo. En definitiva, que de esta forma, vas a contracorriente, viviendo al revés que los demás.

Y la solución es...


Viendo que paso tanto tiempo solo, aunque no parado, he decidido que parte de él lo dedicaré a estudiar, aunque sea a la vejez. Nunca es tarde, y más si miramos al futuro. Tengo treinta, pero es que tendría que estar en esta situación otros treinta y no estoy por la labor, así que algo hay que hacer para remediarlo. Pienso que así, algún día podré cambiar de trabajo y mejorar en cuanto a calidad de vida para pasar más tiempo con los míos.
En un horario tan ajustado, si sacas tiempo para algo es en detrimento de otra cosa, por lo que el tiempo que dedicaba al blog, ahora lo dedicaré a los estudios y, ya cuando acabe, todo volverá a la normalidad, pero para eso, aún quedan tres años. Hasta entonces, iré escribiendo con cuenta gotas... pero seguiré contando cómo es la vida de estudiante desde la perspectiva de padre y, cómo no, mi niño seguirá siendo el protagonista de casi todos los posts.
¿En algún momento has tenido que retomar o iniciar unos estudios cuando ya creías que no volverías a hacerlo? ¿Qué consejos puedes dar?

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