Revista Cine
El club de las almas perdidas
Para muchas personas, el pasado es una carga muy grande que les ha marcado tanto que no saben vivir el presente, o no parece que lo quieran aceptar. El director canadiense Atom Egoyan lo describe muy bien en Exótica (1994), donde presenta a personajes bastante atormentados que irán desvelando sus secretos más íntimos. La manera de relatar la historia es lo que suscitará la curiosidad del espectador.
El club de strip-tease llamado Exótica es el decorado por excelencia de la historia, el lugar en el que todos los personajes se relacionan. Es un sitio donde los hombres intentan dejar de lado todos sus problemas para disfrutar de los encantos de las mujeres que bailan en el escenario; y en el que, por sólo 5 dólares, pueden ser protagonistas de un show privado con alguna de ellas, como les va diciendo Eric (Elias Koteas), el disc-jockey del local, que está obsesionado con Christina (Mia Kirshner), una descarada chica a la que nunca olvidaremos (sobre todo el sexo masculino) por las escenas en las que aparece bailando vestida de colegiala, mientras se oye la potente voz de Leonard Cohen en el excelente y sugerente tema Everybody knows (véase el vídeo añadido).
Otros personajes que irán apareciendo son: Zoe (Arsinée Khanjian, asidua de las pelis de Egoyan), que es la dueña del local; Francis Brown (Bruce Greenwood), un inspector de Hacienda que es el que tiene el papel más relevante; Thomas Pinto (Don McKellar), el propietario de una tienda de animales exóticos; o una joven Sarah Polley, cuyo personaje se conocerá más adelante.
Cuando uno acaba de ver la película la primera sensación que tiene es la de querer volver a recrear la historia por el gran poder de atracción que le ha suscitado su desarrollo. Con esto no hay más que decir que Atom Egoyan acierta a la hora de introducir, poco a poco, información que aporte detalles de la vida de estos personajes, porque, de esta manera, se irán atando cabos y, mientras, el espectador también degustará la forma de dirigir de Egoyan, con movimientos sigilosos de cámara, a veces con zooms lentos, sin haber casi nunca un plano fijo. Además, la sutil banda sonora y la muy cuidada fotografía, en la que destaca el contraste entre los colores fríos y cálidos, serán muy efectivas para la recreación de la historia; algo que también utilizó tres años después en El dulce porvenir, su película más premiada y más aclamada, bastante más trágica que Exótica (aunque demasiado sobrevalorada). Las dos historias tienen muchas cosas en común: en ambas la felicidad no tiene cabida y la esperanza es casi una utopía; son relatos en los que sólo hay espacio para el dolor y la desesperación.
En este caso, Exótica es una película mucho más misteriosa, que juega con el poder visual de las imágenes y con el erotismo de varias escenas. Atom Egoyan es un gran observador; sus personajes se miran fijamente, a veces a través de un cristal sin que alguno de ellos lo sepa que le están vigilando; o hasta se miran ellos mismos en un espejo, como queriendo ver más allá de su mente. La tensión es palpable por momentos y el juego del rompecabezas tiene un papel fundamental en la historia.
"Una misteriosa y seductora historia que se va creando como si fuera un puzzle, en la que destaca la dirección de Atom Egoyan, la fotografía, y los bailes de Mia Kirshner con la voz de Leonard Cohen de fondo"
critica Exótica