Zygmunt Bauman en su obra póstuma, Retrotopía (2017), señalaba: “La utopía ya no está en el futuro, sino en un pasado idealizado. Nos aferramos a lo vivido y conocido, que nos llena de certezas y nos aleja de la ansiedad y el temor que genera el futuro. Los enemigos del futuro acechan”.
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Hoy quería hablar sobre esto; yo les confieso que en las últimas semanas, en diversas conversaciones que he tenido la oportunidad de escuchar, me he llevado la idea en torno a las expectativas del futuro y, la verdad, tiene mucho sentido si consideramos que estamos ante un mapa político poderoso y latente que nos pone la mirada ante lo que queremos, lo que podemos hacer, la voluntad de transformar y los andares por los que aún nos falta maniobrar.
Ese pensamiento rumiante alrededor del futuro prevalece en conversaciones que nos son ajenas y otras que no lo son tanto. Es una convocatoria a ponernos de pie y a mirar el paisaje en conjunto, que lejos de procurar el desasosiego, nos invita de forma constante y con diferentes rostros a apurar el paso por construir caminos de paz en nuestros espacios individuales, desde la comprensión de que estamos en el tiempo correcto, haciendo lo que realmente nos corresponde.
Quizá, estar siempre en el ojo de la mira, bajo presión (y evaluación) sea un alto precio a pagar, pero la autoexigencia y el trabajo por ostentar y transmitir una verdad es condición indispensable para garantizar una vida como militantes que sea realmente útil y honesta, que abra nuestras acciones para atender las necesidades reales de la ciudadanía y representar, realmente, los valores de este colectivo/país a los que servimos.
Lo hemos hablado en otras ocasiones: nuestras historias personales tienen el poder de transformar a otras y a otros, y hoy, más que nunca, todos somos ejemplo de algo o para alguien y la clave está en decidir para qué (hacia qué objetivos) y cómo (de qué manera) canalizamos nuestra influencia y empoderamiento y por eso es que hoy escribo estas líneas, para invitarte a mirar este tiempo en presente, para potenciar la historia que nos viene, para escribir las palabras que necesitamos en nuestro lenguaje político constructor de realidades.
En nuestro presente está la posibilidad de revolucionar el día que queremos vivir, empezando por nosotras y nosotros, por nuestra calma, para ir al encuentro amoroso que es nuestro mañana colectivo.
Que no se te olvide, que nosotras y nosotros juntas y juntos venceremos. Palabra de mujer.