Esto que vamos a hacer es muy duro, va a ser tal el bofetón de realidad que nos vamos a llevar que probablemente el año que viene no queramos repetir experiencia.
Ya hicimos un expectativas vs. realidad enfocado al tema viajero hace un tiempo. Estuvo bastante divertido en aquel momento. Al final de los fiascos acabas sacando una sonrisa. Veremos si aquí nos pasa lo mismo.
Se acaba el 2017, un año que nos ha llenado de enseñanzas y descubrimientos. Un año que cuando comenzó estaba lleno de propósitos. ¿Cuántos se habrán cumplido al final del año?
1. Pasar por los 40 como si siguiéramos con 30. Si ha habido algo que ha marcado este año para los dos que formamos este blog es que hemos cumplido los 40. Atrás quedó la “parejita de treintaytantos”. Sí, eso que sonaba encantador, atrevido, atractivo, interesante y divertido. Ahora somos la “pareja de cuarentones”. Nuestro propósito en este año era pasar por ellos como si siguieramos en los treinta y... El que no escribe lo hace atusándose su media barba canosa (único pelo en la cabeza que puede atusar ya) y dejando caer los párpados, mientras que repite que es un madurito interesante. Yo sonrío al escucharle y me alejo…. Alejo los tarros con mi nuevo gadgeto brazo, mientras achino los ojos para leer la letra pequeña de sus etiquetas. “Comienzo de presbicia” me dijeron… ¡Mátame camión! Esto es lo que nosotros llamamos pasar por los 40 como si nada…
2. Aprender a esquiar. Cuando comenzó el 2017, los Reyes Magos buscaron un nuevo propósito para nosotros. Algun pajecillo cabr***n debió inventarse que nos gustan las aventuras. Hace unos años empezaron con una actividad grupal de raquetas de nieve y el año pasado, el día 6 de enero, ya nos habían establecido el propósito de aprende a esquiar. ¿Cómo? Regalándonos unas clases de esquí. Aquel día, aún puedo recordar cómo se me congeló el alma y me brotaron 5 canas de golpe, y las mamonas se han quedado para recordármelo.
Clases de esquí… Tengo pánico a deslizarme en el terreno que sea, me paraliza la existencia. Tras recibir las clases de esquí, aquella mañana con ventisca y un frío del carajo, el 2017 me trajo una nueva enseñanza, el esquí no está hecho para mí. Llegué allí con miedo y salí de allí con pánico, calada, congelada, la rodilla lesionada, agujetas para una semana y sin gafas de montaña que perdí en mi aventura. Mi mayor logro fue bajar por la pista de iniciación (no llega ni a la verde) llevándome al monitor por delante y chocando contra una valla de madera. Supongo que mi velocidad de descenso ascendería a los 3 km/h con suerte. “El que no escribe” mostró bastantes más aptitudes que yo (cosa que era fácil). Así que, el 2017, a parte de demostrar mi inaptitud para algunas actividades, ha terminado sin que tenga ni idea de esquiar.
3. Leer en casa. Los Reyes Magos también empujaron a un nuevo propósito. El que no escribe fue obsequiado con un libro electrónico. Se puso como loco de contento, iba a ir con él a todas partes. Y, sobre todo, iba a sacar tiempo para leer tranquilamente en casa. Tenía un montón de libros pendientes por leer. Eran tantos que no sabía por cuál empezar. Leyó su primer libro. Y luego empezó el segundo, allá por febrero o marzo, más o menos, La Trilogía de Nueva York, de Paul Auster. Hace un par de noches en el dormitorio, con nuestros libros cada uno, el que no escribe leía, 11 meses después de comenzarlo, La Trilogía de Nueva York (doscientas y pico páginas). Lo ha empezado por cuarta o quinta vez en el año.
4. Completar una ruta sin perdernos. Este es un propósito que viene de atrás. Lo hemos intentado muchas veces. Hemos comentado en otras ocasiones que incorporamos un GPS de montaña a nuestra vida y aún no sabemos usarlo. Pero, ¡atención!, en 2017 hemos hecho una ruta completa sin perdernos, y sin GPS, por supuesto, el Ibón de Piedrafita.
5. Incorporar nuevas actividades deportivas. Cuando empezó el año estaba un poco cansada de la natación. Tras dos años yendo a nadar había entrado en una crisis acuática en la cuál, ir a nadar se convertía en algo más doloroso que de costumbre. El invierno no es un buen aliado para la piscina. Según entras al gimnasio y hueles el cloro empieza a darte pereza, frío… Ataviarse con las trazas que exige ir a nadar exige mucha confianza en uno mismo y luego cuando sales casi es peor, las duchas, el pelo, la noche… Así que, al acabar el año, pensé que sería buena idea incorporar una nueva actividad física y lúdica a mi vida. Algo que no requiriera tanto sacrificio y me diera vidilla. Estaba decidido, haría una vez a la semana Zumba y dos a la semana natación o a la inversa. De esta manera, no tendría pereza. Empecé Zumba, el propósito era firme y me hice con todo el kit zumbero. Superé esas dos primeras clases donde solo quieres morir de la vergüenza y, ahora, en diciembre de 2017, llevo dos meses sin pisar la piscina y siete sin pisar la clase de zumba. Acabo el año peor de como lo empecé. ¡En 2018 empiezo de nuevo!
6. Publicar más entradas en el blog. Teníamos un plan, íbamos a publicar más entradas en el blog. No era un plan cualquiera, tenemos un Excel hecho desde antes de que empezara el 2017, con los artículos y destinos de cada mes. No solo lo tenemos, sino que lo hemos subido al Drive para tener acceso a él desde cualquier lugar del mundo mundial, por si nos da un arrebato de creatividad. De esta manera sería más fácil tener constancia. Vale, las cifras hablan por sí solas, de las entradas propuestas, veintinueve se han quedado pendientes de publicar y nueve se han publicado. El resto no estaban planificadas y han llegado sin más. Veintinueve pendientes… ¿Por qué somos tan perros?
7. Hacer una foto al pueblo. Cuando acabó 2016 teníamos una misión que cumplir. Parecía sencilla, pero ha resultado imposible. Teníamos que ir al pueblo de “El que no escribe” y sacar una fotografía. Solo era eso. Sacar una foto que nos gustara, podía ser de todo el pueblo, de una calle… Ha acabado el 2017 y no tenemos esa foto, que si hace calor, que si hace frío, que si no ha llovido y está todo seco…
8. Desayunos saludables. Nuestro propósito de desayunos saludables lleva fraguándose mucho tiempo. Lo vamos intentando todo, pero nos cuesta horrores. Disculpas como que vas mal de tiempo, la pereza, los cinco minutitos más en la cama, el cansancio de las cosas sanas o que si lo rico son las palmeras de chocolate, no ayudan. El caso es que empezamos el año con un propósito de desayuno saludable y nos dio por el yogur y cereales. Cuatro meses después ese desayuno hacía aguas. Reconozco que empecé yo causando baja, el aburrimiento me invadía. Lo emocionante es que este es uno de los propósitos medio cumplidos. A finales de año hemos conseguido desayunar fines de semana y al menos los días pares de cada dos ciclos lunares el desayuno mediterráneo con tostadas, tomate rallado, aceite, pavo, queso fresco, zumo de naranja. ¡Impresionante logro! (Aplausos, ovaciones).
9. Cambiar de compañía de seguros. Desde hace unos seis años, aunque parezca mentira, está entre nuestros propósitos cambiarnos de compañía de seguro del hogar (atención, esto no es un llamamiento a los corredore de seguros ni a las compañías), todos los años llegamos tarde y resulta imposible.
10. Redecorar. Empezamos con el propósito de redecorar y hacer más práctica una de nuestras habitaciones. Dicho así, parece que tenemos muchas, pero son dos. Y sí, lo conseguimos. Para ello, solo tardamos hora y media de reloj en elegir el color de la pared en la tienda, estábamos entre el blanco hielo, el gris hielo, el blanco polar o el blanco Antártida. Es una decisión complicada. Hicimos bricolaje, cubrimos ventanas, suelos, puertas, pintamos... En el propósito estaba incluido dejar todo en perfecto estado. El problema es que se quedó el tambor de una ventana sin limpiar tras pintar, por un despiste y, ahora, la limpieza de ese tambor tiene que pasar a nuestros propósitos de 2018, junto con el zócalo de la cocina y los cuadros del salón que llevan 9 años formando parte de nuestros propósitos de Año Nuevo.
11. Dedicar más tiempo a la fotografía. El propósito de hacer menos fotos de viajes y más fotos sin más. Es algo que aún no hemos conseguido. La fotografía de viaje lo acapara todo. Este año, esperamos, por fin, cumplir parte de ese propósito porque echamos en falta hacer fotos por el placer de fotografiar. Dejar fluir un poco más la creatividad.
12. Ampliar el recetario. En el 2017, hemos triunfado cocinando con las judías de Tolosa, el tartar de salmón y las carrilleras con chocolate, eso sí, sigue estando pendiente, un año más, conseguir hacer un arroz blanco en condiciones o un rabo de toro que la carne se separe del hueso de verdad de la buena (con 4 horas de cocción aun no lo hemos conseguido).
13. Ir a la ópera. El propósito venía impuesto por nuestras ganas y porque otro de los años los Reyes nos regalaron una tarjeta regalo del Teatro Real. Sí, ya os decíamos que les gusta embarcarnos en aventuras. En esta ocasión, la aventura suponía, prácticamente, hacer escalada. Empezamos por el primer piso, el segundo, el tercero… ¿Sabíais que el Teatro Real tiene cuatro plantas con localidades? Es impresionante, porque después de la cuarta aún había otra, la quinta (y dos más). La quinta era la nuestra. Desde ahí arriba el mundo era diferente. Era tremendamente pequeño… ¿qué digo pequeño? Era minúsculo… No sabíamos si estábamos viendo Carmen, o una maqueta de Carmen. Por suerte, hay unas pantallas estupendas. Cumplimos propósito, fuimos a la ópera… Ahora, lo de verla…
14. Viajes y escapadas. Hemos ido cumpliendo con casi todas nuestras expectativas viajeras. En 2017, hemos conseguido usar las raquetas de nieve en un día que salió redondo y sin lesiones (bueno, nos perdimos, pero eso forma parte de nuestra vida), fuimos en marzo a San Sebastián a ver el mar y comer pintxos, como nos gusta. Fuimos en Semana Santa, como es tradición, con nuestros amigos y un nuevo miembro muy chiquitín en el grupo de los Nazarenos (así nos llamamos por Whatsapp), a Valencia, a comer una paella de verdad y un arroz Señoret que se ha convertido en uno de nuestros favoritos. En mayo, viajamos a Alemania, una escapada corta pero intensa por Nuremberg y alrededores. También lo hicimos al pueblo, el de la foto, y volvimos sin foto pero con partidas perdidas con los sobrinos y buenos ratos en familia. En julio, se nos escapó nuestro fin de semana slow life que solemos tener cada año, pero el trabajo no dio tregua. En agosto, pudimos disfrutar de 15 días por Italia que nos encantaron, lagos, ciudades monumentales, Alpes, Venecia… En septiembre, volvimos al turismo rural, esta vez con los Nazarenos, a ver si conseguíamos la foto, pero tampoco pudo ser, pero nos trajimos unas cuantas horas de charlas entre amigos y buenos ratos en la más absoluta tranquilidad. En octubre, conocimos la comarca de Matarraña y volvimos cebados e impresionados con los pueblos tan bonitos que hay en la zona. Y, en diciembre, nos fuimos a los Pirineos, pasamos días de montaña, de migas, de frío, paisajes, fotos, rutas y tardes de relax y Spa. Y, entre viajes y escapadas, hemos ido probando tabernas por Madrid, porque sí, este año nos ha dado por las tabernas. No nos podemos quejar. ¿Qué deparará el 2018 en este sentido?
Y así es cómo los propósitos más sencillos han pasado por el 2017. Aún siendo los más elementales, lo que cuesta sacarlos adelante… Siempre hay propósitos más ambiciosos, más profundos, más utópicos, que uno tiene. Suelen ser esos que guardas en silencio con la oportunidad de un día poder conseguir. Esos que uno no se atreve a compartir en alto porque forman parte de los sueños. Sueños que se tienen a veces en la cama antes de dormir, mientras conduces o viajas en transporte público. Esos sueños que dan vértigo, miedo y adrenalina. Esos que solo los valientes consiguen hacer realidad.
Ahora toca llenar el saco con los propósitos sin cumplir o, quizá, renovarlos por otros.
Muchas gracias por seguirnos, leernos, comentarnos o compartir nuestras entradas. Quedan horas para acabar este año y nosotros queremos desearos un ¡Feliz Año 2018!. Si os apetece en él nos encontraremos de nuevo, dentro de muy poco, porque tenemos muchas más lugares que compartir.
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Revista Cultura y Ocio
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