Ya ha pasado más de 2 meses desde la catástrofe que ocurrió en el noreste de Japón. Hasta ahora murieron más de 14.000 personas y el número de desaparecidos todavía pasa de 11.000. Más de 77.000 viviendas han sido completamente destruidas por una racha de terremotos y el tsunami.
No obstante, ahora el mayor interés de todo el país y de todo el mundo se dirige a las centrales nucleares de Fukushima 1, dañadas por el devastador tsunami y que nos han producido un caos con fuga radiactiva. Aunque el govierno y la empresa propietaria de las centrales, TEPCO, se están esforzando para resolver los problemas, aún no se sabe cómo y cuándo lo logran. Así que mucha gente les está criticando sus medidas de resolución y sobre todo los refugios ya están hartas de vivir apartados de su casa. Además los agricultores y pescadores en Fukushima o cerca de ahí sufren mucho de malos rumores exagerados que hacen la gente evitar comprar productos de esa zona sin ninguna prueba. Incluso este desastre está llamando la atención de todo el mundo porque es posible que se afecte el agua del mar por la radiactividad y, además, hay muchos paises que aprovechan energías atómicas, de manera que tienen riesgo de suceder un problema similar al de Japón.
Yo, como vivo cerca de Tokio, a más o menos 200km desde las centrales, no tengo mucha preocupación por el efecto de la fuga radiactividad por ahora, pero tampoco aquí está muy seguro. Sin embargo, por lo que me preocupo más es la situación de los damnificados (todavía hay más de 100.000) que todavía no pueden vivir en refugios o casas dañadas sin agua, electricidad, gas y con pocas comidas. Muchos han perdidos la vida de sus familiares, sus amigos, sus vecinos, etc. No puedo dejar de pensar en ellos y en realidad hay muchos japoneses que son así.
Entonces ahora una gran cantidad de voluntariados de todas las partes de Japón van a las zonas castigadas para ofrecer ayuda a pesar del riesgo de terremotos subsiguientes y de la radiactividad. Especialmente aprovechando la "semana dorada", que son los días festivos seguidos en Japón, de los últimos días de abril a principios de mayo, muchos han particpado en actos voluntarios allí. Y esta vez, yo también lo hice. Fue una experiencia inolvidable y quiero escribir de ella para que sepáis la situación actual de un local casticado.
Iwaki, una de las ciudades más principales de la prefectura de Fukushima, es donde yo elegí como el destino de mi viaje para la actividad porque las comunicaciones de transporte con mi región no estaban dañadas y, sobre todo, sabía que, a causa de la fuga radiactiva, no se encontraban tantos voluntariados como en la prefectura de Iwaki o Miyagi, más casticadas por el tsunami, sumadas a la de Fukushima.
El 4 de mayo, a eso de las 5 de la mañana, salí de casa y me dirigí a Tohoku tomando 2 trenes. Me pareció un largo viaje ya que el día anterior había comprado varios instrumentos como guantes de trabajo, mascara a prueba de polvo, botas de agua, etc. y me pesaban mucho.
Cuando el trén se aproximaba al norte de la prefectura de Ibaraki, al sur de la de Fukushima, se empezó a ver casas con tejados descompuestos quizá por el fuerte seísmo. Llegué a la estación de Iwakia a las 8.45. Al bajar de la terraza del edificio ferroviario, me di cuenta de que había muchas partes afectadas por las sacudidas, por ejemplo, desniveles entre aceras y tiendas, bloques derrumbados, rastros de reconstrucciones y algo asi. A pesar de ello, parecía que la función urbana bastante se había recuperado.
Después de dejar mi pequeña maleta a un hotel que tenía reserva, fui al Centro de Servicios Sociales en Iwaki, donde aceptaba la solicitud de voluntariados. Alli mas de 200 personas, incluso unos extranjeros, muchos de los cuales eran de zonas fuera de Fukushima, formaban larga cola pese a que la recepción acabó de abrir a las 9 y yo llegué al centro solo 5 minutos más tarde.
Luego de la solicitud y la orientación, un personal nos dirigió a una sala de agrupación. Es decir, en esa habitación amplia unos miembros del equipo administrativo que había recibido demandas de apoyo desde los damnificados indicaban a cada voluntariado de qué grupo formaría parte, teniendo en cuenta su capacidad de trabajo, su sexo y edad y su gusto. Entonces yo participé en un grupo cuya tarea era desescombrar en casas devastadas.
Cargando unos bártulos, mi grupo se dirigió al barrio indicado, Usuiso, compartiendo 3 coches preparados por participantes. El conductor de mi vehículo era de otra parte de Iwaki por casualidad y sabía bien de la situación de la ciudad, especialmente barrios costeros. Así que en el camino nos dijo,
"Las condiciones de Usuiso son fatales, completamente destruidos por el tsunami".
Ese momento no pudimos imaginar como eran, pero unos minutos más tarde, aparecieron escenas inolvidables, casi iguales que algunas imagenes de otras regiones devastadas en Miyagi o Iwate que habían salido por televisión.
Pilas de escombros amontonadas a diestro y siniestro, coches volcadas y aplastadas, viviendas dejadas solo con algunas partes de la pared y su fundamento, olor extraño como a aceite pesado... Prácticamente nos quedamos boquiabiertos, sin palabras, menos el conductor.
Con mirada cuidadosa noté que en casi todas las casas y pabellones anexos que aún dejaban sus formas se había pegado un cartel en la pared con la signatura de propietarios, diciendo como, "permito que derruyan todo el edificio" o "Dejen las cosas como están, por favor". Probablemente eran palabras para cuando vinieran funcionarios con intención de arreglar la zona, pero nadie sabe cuándo.
Nos apeamos del coche en el patio de una escuela primaria y pronto terminaron la comida que cada uno había llevado por si mismo. Allí todavía no funcionó el agua corriente. Luego partimos para la casa del destino a pie. Desde la entrada de la vivienda, aproximadamente a 150 metros del mar, se veía bien el Oceano Pacífico, pero según la señora, antes no lo podían ver porque se habían hallado muchas casas delante. La suya se salvó gracias a que se había construido hacía pocos años y que se había levantado por encima de un terraplén de más de un metro. Sin embargo, casi todo el resto de las viviendas habían sido arrastrado por el gran tsunami, que dejó su huella en la puerta de su casa (Su altura era casi igual que mi estatura...).
Esa vez nuestro equipo se dedicó a quitar escombros y lodo residual que se habían amontonado en el recinto y arroyos. En el descanso, la señora nos contó el estado cuando sucedió el tsunami.
"Uno de los vecinos fue arrastrado con su casa, pero afortunadamente se salvó enganchado en algún objeto detrás de mi casa"
"Un joven que vivía enfrente escapó por los pelos teniendo un anciano en brazos"
Sus cuentas eran historias absolutamente anormales y no podíamos hacer ningún comentario, pero ella nos habló con sonrisa, como si hubiera sido algo ordinario. Tal vez su choque nervioso era tremendo en los primeros días desde la catástrofe, pero muchos damnificados, como esta señora, ya lo habían superado y nada más intentaban recuperar su pueblo con mucha energía. Ese momento yo no podía dejar de tener gran respeto a ellos ya que no creía que pudiera mantener esta mentalidad en tal caos. Aunque nuestra tarea era ayudar a que los victimas fueran felices, en realidad ella nos dejó esbozar sonrisa con suya y nos dio mucha energía. Me avergoncé de mi debilidad y sentí que yo tenía que esforzarme más armonizando con su vigor.
Aquella noche salí con uno de los miembros de nuestro grupo que había venido por coche de Osaka, en el oeste de Japón. Como creíamos que gastar dinero en zonas catastróficas podía revitalizar la economia del local, pasamos por dos Izakaya(bar japonés) pidiendo especialidades de la región incluidas unas sake especiales. Hablamos un poco con la dueña del segundo Izakaya y nos contó sufrimientos, sobre todo de la disminución de los clientes debido a la falta de turistas y abstinencias execivas de hacer fiestas. Pero dijo también que últimamente empezaban a volver los clientes incluidos muchos voluntariados de fuera de Iwaki. Fue un momento que nos sentimos un poco orgullosos.
Al día siguiente por la mañana, hice de nuevo la solicitud y participé en otro grupo más grande para desescombrar como el día anterior. El destino donde trabajaríamos también estaba muy cerca del lugar de mi primer acto.
Lo que me daba pena en mi trabajo era que tener en cuenta que los escombros no eran basuras verdaderas, sino que al menos cada objeto había sido propiedad preciosa de los familiares, y, aun así, había que retirarlos. Fue un trabajo mentalmente pesado.
Con 3 horas y media del trabajo, pudimos lograr el objetivo que era quitar todos los escombros amontonados en el recinto de la casa. Sin embargo, al mismo tiempo experimentamos la gravedad de la situación porque aún había miles de casas dañadas solo en la ciudad de Iwaki. Obviamente tardará por lo menos unos años en la restauración de toda la ciudad, pero está claro que lo importante es trabajar paso a paso.
Espero que algún día mucha gente vuelva a vistar esta playa.
Después volvimos al centro a eso de las 4 de la tarde y allí nos separamos. Luego, antes de abandonar Tohoku, compré unos recuerdos típicos de Fukushima para mi familia y mis colegas de trabajo y, por supuesto, para Iwaki y Fukushima.
Esta experiencia me ha enseñado muchísimas cosas. Pienso que, como otros voluntariados decían también, la cantidad de ayuda aún no es suficiente y hay que seguir ofreciendo nuestro apoyo a largo plazo a las zonas castigadas.
Como ya ha acabado la semana dorada y estamos en días normales, no mucha gente puede quedarse allí para cooperar al restablecimiento y en varias zonas ya están sufriendo de la escasez de voluntariados. Por esta razón algunas empresas han empezado a adoptar las vacaciones para actos voluntarios, es decir, los empleados que desean participar en tales actividades son capaces de tomar unos días de vacaciones. Espero que este sistema funcione bien y que visite el mayor número posible de personas.
Aparte de eso, para la gente que no puede ir allí, hay muchas opciones de ayudas, como contribuir a colectas, comprar productos de las zonas damnificadas, hacer viajes a esas prefecturas, etc. Sea lo que sea, lo más importante, desde mi punto de vista, es que siempre estar con los damnificados pensando en ellos y seguir cooperando a largo plazo con ellos a la restauración futura. No nos debemos resignar. Tenemos que adelantarnos.
Pronto voy a vistar de nuevo Tohoku.
( Gambappe Nipon! Iwaki!, quiere decir "¡Vamos Japón e Iwaki!" con el dialecto de Fukushima)Bueno, no sé si este post os ha interesado y ha sido útil para saber la situación actual de una zona afectada. De todos modos os agradezco mucho leerlo y espero que hayáis sentido algo.
Saludos
Siento mucho el terremoto que ocurrió el 11 de mayo en la zona murciana en Espana. Mi más sentido pesame a los familiares de victimas. Les envio mucha fuerza desde Japón.