Revista Salud y Bienestar

Experiencia de María Alba con la colitis ulcerosa

Por Javier Rojo @blogtueii

Hola, me gustaría compartir un poco mi experiencia como colítica ulcerosa. Por un lado, la obligación social de enmascarar los síntomas de mi enfermedad, puesto que esta implica partes del cuerpo y necesidades biológicas mal vistas por nuestras sociedades. Por otro lado, la obligación social de demostrar la enfermedad y hacerla real a los ojos de los demás.

Mi vida discurrió de una forma más o menos normal hasta los 17 años. Pasé unos años entre psiquiatras y médicos que no sabían que hacer conmigo, con mis diarreas, mis urgencias por ir al cuarto de baño, mis sangrados, mi pérdida de peso y mis dolores.

Me esforzaba por ser una buena estudiante y poder pasar al bachillerato, me gustaba llevar una vida activa, adoraba la natación y salir con mis amigos.

Por fin dieron nombre a eso extraño que padecía y dificultaba mi día a día. La colitis ulcerosa se presentó sin avisar, la recibí como una invasión despiadada y secreta.

Nunca había oído hablar de ella, no la podía entender, tampoco me esforcé en hacerlo.  Solo quería que me curaran y enterrar la pesadilla de ese último año y poder continuar.

Así fue durante tres años, sin síntomas que me llevaran a un nuevo brote. Me olvidé de la Colitis Ulcerosa, no me molesté en conocerla y aceptar que seguramente volvería, por lo que su regreso fue chocante e intenso.

Me produjo lo que a mí me pareció un despliegue infinito de síntomas y para el que solo existen paliativos. Supuso  el lado oscuro de mi vida con una compañera intratable y caprichosa que no me dejaba encontrarme bien y seguir disfrutando como antes. Mucho tiempo pasé pensando que la colitis ulcerosa era algo así como una cosa que existía fuera de mí pero que circunstancialmente se volvía parte de mí habitar en este mundo.

Siempre he relacionado la enfermedad con un estrés previo y tensión constante como uno de los desencadenantes de  mis brotes, así que intenté llevar un estilo de vida basado en la relajación y la serenidad que muchas veces se me hacía fatigoso.

Así perdí muchos amigos, descubrí otros, valoré el sacrificio de las personas que te quieren y que hacen que mis momentos difíciles y de limitaciones parezcan que lo son menos.

Por supuesto, que a pesar de toda la positividad que me pueda rodear, el dolor y el sufrimiento se hacen presentes, y muchas veces, en forma de restricciones que afectan seriamente mi vida. Sin embargo, intento tener otra relación con estas sensaciones, a veces sin éxito.

Sigo agotando los tratamientos que pueden funcionarme, sigo luchando. Pero es mi forma de existir en este mundo, que no siempre es amable con nosotras y nosotros, pero que esconde posibilidades infinitas para ser exploradas por nuestros cuerpos, incluso para los que padecemos una enfermedad como la nuestra.


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