Ya lo he comentado en varios artículos en mi blog en los que hablo sobre la experiencia de la autoedición. Además hablo con conocimiento de causa, no soy un escritor autoeditado al uso.
Mi primera novela, Historias que no contaría a mi madre fue editada por la actual Onagro Ediciones, antigua Zócalo editorial.
Y me sucede con las editoriales lo que les pasa a las tribus de contactados del Amazonas, que una vez tienen trato con el hombre blanco ya no quieren saber nada de él y se dedican esquivarlo y a ahuyentarlo con lanzas y flechas.
En mi caso me limito a esquivarlas. Tirarles lanzas y flechas podría ocasionarme algunos contratiempos de índole penal, y no me estoy refiriendo a dolores penianos, aunque escrotales los editores causan muchos, sí.
Y es que, al igual que los pobres indios amazónicos, a base de palos se aprende un montón. Y lo que yo aprendí de mi experiencia con la edición tradicional es una clave que vengo a transmitirte hoy.
La clave está en la distribución.
Así de simple.
Si estás pensando en autoeditar, ya habrás visto que hay un montón de empresas que han olido que hay un nicho de servicios igual que las hienas huelen la sangre.
Y no es un mero símil, porque si te descuidas no dudarán un momento en drenarte hasta la última gota de tu preciado plasma sanguíneo, como buenos parásitos.
Muchos de ellos te ofrecerán imprimirte determinadas tiradas en papel, a precios normalmente más que dudosos, con la promesa de que “publicaras” y de que “te promocionarán”, previo pago, por supuesto.
No te dejes engañar. Piensa que el hecho de imprimir 500 libros no sirve de nada si no puedes hacerlos llegar a los lectores, es decir, si, además, no te ofrecen garantías de que trabajan con una buena red de distribución.
Sí, la dichosa palabra.
Y es que las editoriales que se precian de llamarse así normalmente trabajan con empresas distribuidoras, que son las que les garantizan que sus libros llegarán a los rincones de España (porque normalmente, salvo que te fiche una gran editorial, la distribución la restringirán al ámbito nacional), y que se llevan un porcentaje por hacerlo.
Desconfía, por lo tanto, de quienes se ofrezcan a imprimir tu libro y “editarlo”, si no te dan una lista concreta de las distribuidoras con las que trabajan y de las librerías a las que estas surten.
Y aun así todavía te puedes llevar desagradables sorpresas, como que por ejemplo gigantes como la FNAC no se dignen a servir libros de autores desconocidos que tengan un precio que no sea elevado, porque les renta muy poco beneficio, dado que se llevan un porcentaje del precio de venta, y da igual que tu querida tía Puri se plante en la FNAC de Barcelona a pedir el libro de su querido sobrino escritor.
Le dirán que a) ese libro no existe o b) No lo traemos.
Y eso a pesar de que en teoría dicha cadena esté entre las que figuran en la lista de clientes de la distribuidora que trabaja con tu editorial.
Créeme, se de lo que hablo. Me ha pasado.
Pros y contras de las empresas que te prometan “publicar” una tirada física, previo pago:
- Pros:
- Podrás jugar al Jenga. Sí, podrás disfrutar del maravilloso juego de quitar bloques de la torre, porque para eso tendrás que usar tus libros, para jugar al Jenga, puesto que te verás con cientos de libros que no sabes donde colocar y que ninguna librería querrá distribuir, ni aunque se los des gratis.
- Podrás calzar muchos sofás. Si la hipotética tirada es de 400 libros, suponiendo sofás con una sola pata rota. Pues hasta 400 sofás. Es un ventajón.
- Siempre tendrás combustible para hacer una candela, muy útil cuando tengas que vivir en la calle porque te gastaste todo tu dinero en la tirada de ejemplares. En esta tesitura también te servirá para ahorrar en papel higiénico, y para defenderte del resto de sintecho usando tus ejemplares como arma arrojadiza.
- Contras
- Te gastarás un dineral y seguirás sin haber publicado un libro, y que a duras penas quizás puedas recuperar buscándote la vida como protagonista de “Coloca 500 libros como puedas”.
- Los lectores seguirán sin leerte, que a fin de cuentas es lo importante.
- Tendrás menos sitio en casa, y descubrirás por qué otro de los costes que tienen las editoriales son los de almacenamiento. El espacio es finito, aunque en Star Trek insinúen lo contrario.
Como ves, está tan equilibrado (tres contra tres), que es difícil saber si decantarse o no por esta opción, aunque, personalmente, yo prefiero utilizar un servicio de impresión bajo demanda.
Existen por ejemplo Lulu, o Createspace, que es el que yo he elegido, que tiene:
- Costes de publicación baratos (si sabes utilizar las plantillas que te dan para maquetar y te diseñas la portada, el coste es cero). Si como yo eres torpe hasta la incoherencia para estas tareas, siempre puedes contratar servicios de que te lo maquetarán por menos de 100 euros (algunos, como Publicalibro, por muchísimo menos).
- Costes de impresión nulos, es decir, si alguien compra el ejemplar, ellos se llevan un porcentaje de tu beneficio, pero no tienes que pagar nada por adelantado sin saber si se venderás ese libro.
- Una distribución internacional. Esto sí que era imposible antes, e incluso aun lo es para editoriales pequeñas. Esto se debe a Createspace es una filial de Amazon, por lo que venderá tu libro (y se lo enviará) a clientes de todas sus tiendas web en Méjico, Estados Unidos, Francia, Inglaterra, Alemania, España…
Y además, si quieres disfrutar de los pros de la opción tradicional, esto es, jugar al Jenga con tus libros, calzar sofás y usarlos para prender fuegos, siempre podrás comprar cuantos ejemplares quieras a un coste razonable, pagando unos módicos gastos de envío, y por supuesto a un precio menor al precio de venta al público, que por algo eres el autor, por si quieres distribuirlos tú y sacarte algo de beneficio.
Por cierto, el precio de venta lo pones tú.
¿Qué más se puede pedir?
R. R: López: autor de Historias que no contaría a mi madre e Imposible pero incierto (una novela de horror có[s]mico).
Para saber más de él o sus escritos y artículos, visita el blog http://historiasquenocontariaamimadre.com/ o síguelo en twitter @RRLpez o Facebook https://www.facebook.com/historiasqueno