Taller: "pratiche urbane in spazi altri"
Este taller, dirigido por la asociación italiana Rigeneraczione Urbana y con la participación y supervisión de Ecosistema Urbano, Art Kitchen y Osservatorio Nomade; estaba dirigido a jóvenes entre 18 y 30 años y tenía como objetivo el análisis de cinco zonas de la ciudad de Ferrara que sufrían de abandono o depresión. Tras dicho análisis, los grupos debían concentrarse en una única zona, la cual tendrían que revitalizar aunque solo fuese durante un domingo, dando a conocer su potencial, o simplemente, alzando una protesta por su deterioro.
En el caso de mi grupo, nos concentramos en la Darsena, un pequeño puerto fluvial deportivo, situado al borde de uno de los ramales del delta del río Po. Esta zona pese a sus magníficas instalaciones, tanto jardines, como un teatro al aire libre y sobre todo, las zonas dedicadas a embarcaciones, sufren un abandono evidente. La culpa es de su mala comunicación con el resto de la ciudad, fuera del recinto amurallado del casco histórico protegido por la Unesco y al borde de una calle que hace las veces de circunvalación de este. Además, las instalaciones del puerto han sido transferidas a clubes privados de embarcaciones de recreo y una asociación de piragüismo. Esta situación ha logrado que el espacio en principio apetecible para el ciudadano, caiga en desgracia y que buena parte del agua quede cubierta por un alga invasora.
Como veis en las imágenes, nuestra instalación se centró en la creación de una imagen con gran fuerza visual y simbólica, que llamaba a la ciudad a regresar al río avandonado, que si no era conocida el día de su exposición por el público, lo fuese al siguiente en los medios de comunicación locales. Tras muchas deliberaciones y aporte de ideas, las cuales en muchos casos eran muy buenas, pero el presupuesto y los medios limitados, optamos por esta opción. Las casetas disponían de una madera en su base que ayudaban a caer en posición, así como de soporte para un clavo al que se anudaría el hilo que permitiese su rescate al anochecer. De igual modo, los globos quedaban atados a una botellita de plástico llena casi en su totalidad de agua y alguna piedrecita, lo que nos aseguró que la botella se hundiría lo justo para no ser vista, sin que el globo la siguiese hasta el fondo. Todo un invento que disfrutamos elaborando y pensando con pruebas de ensaño y error. Fue muy gatificante llegar al lugar y compartir la experiencia con todos los visitantes, a los que les animábamos a participar arrojando alguno de los elementos y que estos aceptaban ilusionados. Destacar la llegada de dos matrimonios en góndola por el canal y sus preguntas a grito pelado, hasta que atracaron (de forma ilegal) en el puerto privado y se apuntaron a la experiencia (en la segunda foto). De igual modo, fue muy grato conocer a un vecino de la otra orilla del río que se acerco, tras dar una importante vuelta y cruzar un puente para nada pensado para lo peatones, quien nos pregunto el motivo de nuestra actuación e inmediatamente nos felicitó y agradeció la iniciativa. También recuerdo la ilusión con la que uno de los profesores de Ecosistema Urbano, al ser invitado a arrojar un elemento al agua, se decidió sin pensarlo por una de las casetas que arrojó al grito de: ¡¡¡a tomar por saco la arquitectura!!! Para finalizar y como complemento a la instalación, creamos un decálogo de usos del parque, que situamos a la entrada de este y en algunos puntos turísticos del casco histórico. En él, mostrábamos las diferentes posibilidades de este espacio público como teatro al aire libre, zona de prácticas deportivas acuáticas o no, relax, romanticismo y como vemos en la imagen, un lugar indicado para meriendas como si estuvieses en el salón de tu casa.El resto de instalaciones de los otros grupos aquí.