Revista Comunicación
Experimentos Sociales: Zimbardo
Publicado el 12 mayo 2017 por Beatriz Rodriguez Garcia @bearodriguezcmPhilip Zimbardo quiso experimentar en 1971 cómo influye el contexto en el que nos hayamos en los comportamientos y actuaciones.
Para este ensayo se reclutaron voluntarios que desempeñarían los roles de policías y prisioneros en una cárcel ficticia ubicada en los bajos de la propia universidad. El objetivo era observar el comportamiento de ambas partes al haber asumido un rol específico.
Estaba todo estudiado al milímetro para incitar a que se asumiera el rol lo más rápido posible. A los policías se les puso gafas de sol para evitar el contacto visual con los reclusos y así poner barreras a las emociones, y a estos se les dotó de un número y vestimenta propia de delincuentes para despojarles de identidad y hacerles sentir como un animal.
La demostración de que los presidiarios habían interiorizado su rol fue cuando se les ofreció la libertad condicional a cambio de su paga. La mayoría aceptó. Pero Zimbardo, probando su repercusión, las rechazó y ninguno abandonó el experimento. A partir de ese momento no había ninguna razón para seguir.
El experimento refleja que cuando le es otorgado a alguien la autoridad, y esta pasa el límite de lo ético, supone abusos de lo más inimaginables tales como la humillación, la perdida de la personalidad, el quebrantamiento moral, acoso psicológico, etc.
El propio Zimbardo se asustó al ver que, al intervenir en un momento dado en el experimento visitando la sala donde se encontraban los reclusos con visitas, él mismo había adoptado sin darse cuenta una posición de ‘general’ a través de su lenguaje no verbal (Youtube, 2012). Además, el propio Zimbardo se molestó con el verdadero departamento de policía ya que quería traspasar el experimento a celdas reales al cuarto día porque se escucharon rumores de huida.
El experimento tuvo que ser cancelado antes de lo previsto, pues se estaba llegando a unos extremos que desde bien pronto se hicieron incontrolables. La psicopatía que poseían los policías se vio presente desde el primer día. Esto les llevó a cometer verdaderas humillaciones, vejaciones y actos sádicos.
Varios científicos abogan que la maldad es una creación de la mente humana, de la moral. Y para que se entienda se tiene que saber las diferencias entre el bien y el mal. El acto de hacer el mal es un proceso, y cuando se observa que ha funcionado la primera vez y que se obtienen respuestas de sumisión, toma cuesta abajo, se acelera y estas acciones por parte de quien tiene el poder llegan a ser incontrolables.
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