Revista Coaching

Explorando el silencio

Por Patricia Núñez López @tueterest
Explorando el silencio

En 1996, tenía 13 años y creía que lo sabía todo. Como para la gran mayoría de chicas los 16 significaban ser casi adulta. Mi percepción del tiempo era distinta, todo pasaba a cámara lenta pero a la vez cada pequeño detalle estaba cargado de significado.

Recuerdo perfectamente el estreno de la película "Jóvenes y brujas, marco un antes y un después. Estuve apuntito de apuntarme a la moda gótica de aquella época. Años después aparecerían los emo (me han dicho que emo se escribe sin hache, para mí es raro porque pensaba que la palabra venía del grupo Hemo de la hemoglobina sanguínea), que con todos mis respetos son una versión "pet" de los góticos. En el fondo me hubiese encantado pertenecer a una tribu urbana.

Y allí estaba yo, creciendo en un cole de monjas de un barrio cualquiera de Madrid. Los mayores problemas que surgían en clase era que me tenían que echar porque no paraba de hablar, desde el momento que aprendí a hablar no paré.

Soy esa persona que se para en cada esquina, cada 10 metros para hablar. En el fondo no me suele importar mucho el contenido de lo que cuento, lo que me encanta es hablar y hablar.

Pero volvamos a la película, la protagonista Sarah, es una bruja nata y cuando desea algo se cumple. "Una vez desee estar tranquila y me quede sorda una semana". Pues bien, desde hace meses no tengo tantas ganas de hablar, de hecho prefiero estar en silencio haciendo cosas o leyendo. No es que no me pasen cosas fascinantes simplemente es que creo que mi voz se debe tomar unas vacaciones.

Llevo meses con afonías intermitentes, de cantar ni hablamos y en el trabajo me han dicho que lo mismo me tienen que operar.

Si me operan, el supuesto castigo serán 10 días en silencio, muchos son los que dicen ya que no lo conseguiré.Pero considero que es una oportunidad fantástica para explorar el silencio, para ordenar todas mis ideas, para hacer un alto en el camino y para cuestionarme quien soy.

Confieso que siento algo de miedo a perder la voz pero sé que tengo una capacidad innata para transmitir, así que seguro que encontraría otros modos de comunicarme. Cuando pienso en eso recuerdo Ariel la sirenita de la película de Disney, si una chica que no ha pisado la tierra es capaz de conquistar a un príncipe, yo no tendré ningún problema en conseguir lo que me proponga.

Imaginándome un futuro mejor, tal vez después de la operación mi voz sea más clara, más personal, más seductora, más potente, pueda cantar mejor y esto me ayude a potenciar dotes de comunicación ya me imagino dando conferencias.


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