Hace unos días, mi mujer recibió una llamada de Cervezas San Miguel para comunicarle que había ganado una promoción a la que se había apuntado. La única información que le dieron era que se trataba de una «cena para dos, única y diferente, en un lugar inédito» y una hora a la que debíamos presentarnos en un sitio concreto del centro de León.
Hace unos meses escribí el post «Cerveza San Miguel: 18 años después» donde comentaba otra promoción que gané en el año 1998, concretamente un viaje a Los Angeles para dos personas, también con Cerveza San Miguel. Así que por azares del destino, volvíamos a encontrarnos con San Miguel.
A la hora estipulada nos presentamos en el lugar donde nos habían citado, y allí había un autobús con mas gente como nosotros y seguramente con las mismas dudas. El autobús nos llevó a una antigua zona de la estación de ferrocarril de León. concrétamente a una Estación de Clasificación, ya en desuso, donde antiguamente se clasificaban las mercancías que viajarían hasta su destino en tren.
Así nos recibieron a nuestra llegada a la estación
Allí nos esperaba David, un guía que nos acompañó durante toda la velada, que nos fue explicando en que consistiría todo y despejando las dudas. Habíamos sido unos pocos los que tuvimos la suerte de ganar una experiencia llamada EXPLORATORIUM. MESAS NÓMADAS. Hicimos un recorrido por aquellas instalaciones hasta llegar a una nave que antaño había sido un taller de trenes, donde los pintaban y reparaban. nos informaron que la cena estaba a cargo de Juanjo y Yolanda, del restaurante Cocinandos (con una estrella Michelín), y que todos los platos habían sido preparados especialmente para esa cena y para maridarlos con la cerveza San Miguel Selecta, que no faltó en toda la noche. En la entrada, y a modo de aperitivo, nos ofrecieron una cata de Selecta de la mano de un sumiller de la misma San Miguel, que explicó como servirla correctamente y como detectar aromas y sabores. Esta cata estuvo acompañada por dos «tapas» de lujo: «Bollo chino al vapor con lengua curada y ahumada», y «Croqueta líquida de cecina de chivo con trufa de invierno y bechamel aireada».Justo antes de empezar la cata
Ahora si, tomando una Selecta, con una vieja máquina al fondo
Una vez terminada la cata, nos invitaron a pasar al comedor. Allí dentro, entre dos trenes, habían instalado un comedor espectacular. Fuimos ocupando cada uno nuestro lugar, y en cada silla nos habían dejado una manta de viaje, enrollada al mas puro estilo de los viajeros de siempre. Durante la cena, hubo juegos de preguntas, y también dieron un regalo a la mejor foto de las que se subieron a Instagram o Twitter con el hashtag #Exploratorium, que resultó ser una cámara de fotos.Y durante todo el evento, un fotógrafo estuvo tomando instantáneas de todos los presentes.Vista del comedor entre máquinas de tren
La cena fue una pasada, desde el primer al último plato, y en cada plato, el sumiller pasaba por la mesa comentando y contrastando detalles del maridaje. Este fue el menú nómada:
Sopa de castañas con ciervo asado y migas de tomillo
Lo que me pareció muy curioso de este plato, es que la castaña no era una castaña, sino una especie de crema consistente con forma de castaña.Ensalada de bacalao con coliflor encurtida y su crema
No soy muy fan de la coliflor, pero aquí el sabor era tan sutil, que no tuve problema.Parpatana de atún asada con tallarines de verduras
Espectacular. No digo mas.Nuestra versión de un solomillo Wellington
Impresionante. Lo de la derecha es un hojaldre, pero desestructurado. Muy conseguido.Cuajado de queso de oveja y Pedro Ximenez
El postre también era una auténtica pasada, la combinación de sabores, magistral.La San Miguel Selecta, para mi gusto, con los dos platos que mejor maridaba era con el solomillo Wellington y con el cuajado de queso, pero hubo muchas y diversas opiniones.
Para terminar la noche, nos hicieron una foto en grupo y nos entregaron como obsequio una bolsa con un par de cervezas San Miguel Selecta.
Lo cierto es que al principio, David nos comentó que iba a ser una noche diferente, difícil de olvidar, y la verdad es que tenía toda la razón. Gracias a San Miguel por todo!.