Hoy os recomiendo la exposición de Edward Hopper que acoge el museo Thyssen-Bornemisza. Es una ocasión prácticamente irrepetible, ya que a pesar de ser considerado el pintor más grande del arte norteamericano del siglo XX, son contadas las exposiciones que se le han dedicado hasta el momento.
Con el objetivo de dar a conocer su obra, los Museos Nacionales de Francia y el Thyssen han colaborado para dar luz a esta muestra titulada “Hopper”. Es de destacar la complejidad de su obra, que se muestra a través de sus 40 óleos más emblemáticos.
Hopper, que desde su comienzo desarrolló un estilo artístico propio, ligó su obra a la arquitectura, la melancolía, el erotismo de lo desconocido, la complejidad de las relaciones interpersonales y all Nueva York dela Gran Depresión.
Su pintura se diferencia por el tratamiento cinematográfico y el dominio de la luz, al mismo tiempo que por la conexión que mantiene con la literatura del siglo XX.
Los comisarios de la exposición Tomás Llorens y Didier Ottinger, han pretendido interpretar la obra de este artista desde un punto de vista europeo, demostrando cómo las escenas y paisajes norteamericanos del siglo XX que representa, tienen su origen en nuestro continente.
La muestra, que sin ninguna duda puede catalogarse como uno de los grandes eventos artísticos del año en Europa, examina la evolución de Hopper y se divide en dos partes. La primera corresponde a los primeros trabajos del artista así como a su formación (de1900 a1924). En ella pueden encontrarse diferentes bocetos, dibujos, pinturas, ilustraciones, grabados y acuarelas. La segunda parte se focaliza en su producción adulta y en los rasgos de sus más famosas obras.
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