Llevaba tiempo deseando ver esta exposición, porque la figura de Leonardo da Vinci me fascina, pero no había tenido ocasión. No obstante, cuando me enteré de que no quedaba mucho para que acabara, rápidamente hice un hueco en mi agenda... La exposición se compone de dos partes en dos localizaciones distintas: una gratuita en la Biblioteca Nacional y otra de pago en el Palacio de las Alhajas. Ambas merecen mucho la pena, así que os recomiendo que aprovechéis este finde, que creo que es el último, para verlo.
La parte de la Biblioteca Nacional muestra los Códices Madrid I y Madrid II, además libros que poseyó o que se basan en él, la lista de los libros que dejó en herencia y algunas curiosidades, como que escribía al revés (hay que leer sus cuadernos como un espejo) porque era zurda. Yo soy zurda y no soy capaz de repetir la hazaña, os lo aseguro, pero, dado que Leonardo da Vinci era un genio y su cerebro sin duda funcionaba de otra forma, no me extraña que buscara una solución tan ingeniosa para escribir cómodamente sin mancharse ^^.
Además de los libros, a lo largo de las escaleras había varias de las máquinas que diseñó a tamaño real, y la cabeza y las patas del inmenso caballo que diseñó para hacer una estatua ecuestre gigante que, tristemente, nunca se llegó a fundir en bronce.
Exposición Leonardo da Vinci. Los rostros del genio en el Palacio de las Alhajas
Esta era la parte de pago y, aunque es un poco cara, merece la pena. Se hace un recorrido por la vida y la obra de Leonardo Da Vinci, ver algunos de sus códices y manuscritos (algunos en fascímil o digitalizados), los pigmentos con los que trabajaba o sus estudios de anatomía... También encontramos reconstrucciones de sus máquinas (que podemos ver moverse gracias a la realidad aumentada), algunas tan curiosas como carros de combate, máquinas voladoras, metralletas y aparatos de buceo.
La exposición está plagada de instalaciones audiovisuales y recursos interactivos con muchas curiosas píldoras de conocimiento sobre el genio (que además de artista e inventor hizo todo tipo de cosas, como montar un restaurante). Una de las actividades de realidad aumentada que más me gustó y me hizo gracia fue una en la que te ponías delante y se veía tu cara pero solo la parte del hueso o del músculo. La única que me sobró fue la instalación sobre La Última Cena, una reconstrucción en 3D con música que nos dejó un poco desconcertadas. Quizás con la audioguía que no nos descargamos porque ninguna tenía datos hubiera tenido sentido, no sé.
La exposición finaliza con una sala en la que se habla del verdadero rostro de Leonardo Da Vinci, con posibles cuadros, tanto suyos como de otros, que supuestamente muestran su cara. Al final de la sala, podemos ver la Tavola Lucana, el único cuadro que sabemos de cierto que es su cara.