De Viaje
Todo comienza en un no-lugar.
Expectación, ilusión, nervios. Somos viajeros y la posibilidad se despliega en nuestra mente con la misma intensidad con la que observamos el destino ante nuestros ojos.
Todo es belleza y paz. Silencio. Pasión.
Y el tranquilo e íntimo transcurrir del tiempo nos acompaña.
Un tiempo que, en la pintura de Federico Granell (Cangas del Narcea, 1974), parece detenerse, abrumado por la intensidad del viaje, atrapado en nuestra memoria, dispuesto a perderse, como nosotros, en la belleza de los lugares cotidianos, en la atmósfera del descubrimiento, en la soledad de los placeres perdidos.
Somos también seres melancólicos. Paseantes sin rumbo. Observadores a la espera de que alguien nos devuelva la mirada. Y, del mismo modo que observamos y nos observan, estamos en el centro del mundo y nos escondemos en él, perdidos en el placer de errar.
Porque somos vagabundos. Y sólo al errar comprendemos que es la capacidad de descubrir, y descubrirnos, lo que más nos inspira.
Viajar es el lugar… y una canción suena en un pequeño cuaderno de viaje.
Clara Rodríguez Cordeiro