Se habla de exterogestación, de que un niño no sólo necesita el contacto con su madre los 9 meses de embarazo, sino que es muy importante tenerlo también 9 meses después. Dicen que hasta los 9 meses es porque los niños pasan una fase a esa edad en la que sienten cierta independencia, empiezan a sentarse, gatear y alejarse de la madre “solos”. Por eso es un etapa sensible en la que los niños suelen presentar cambios en el sueño, en sus rutinas de lactancia, alimentación… Y siguen necesitando aún más a su madre. Hoy os quiero hablar de como he vivido esa temporada de la exterogestación.
La exterogestación no dura solo 9 meses
Esos primeros meses de exterogestación no son capricho de los niños. Es una necesidad física: alimentación, calor, seguridad… Que va marcada en el ADN. Por eso que muchos acabemos colechando con los peques, los llevemos porteados, no les dejemos llorar, y los cojamos en brazos siempre que lo necesiten.
Pero hoy no quiero hablaros de esta teoría de la exterogestación, sino de como la he vivido con el peque, y a día de hoy con 25 meses sigue existiendo esa necesidad de contacto piel con piel. Por eso digo que no dura solo 9 meses. 9 meses serán los meses que lo necesitan más físicamente, de manera más natural, más animal, pero es un contacto que incluso con más de dos años, el niño sigue demandando.
Mi hijo nació tras un parto normal, comenzando una lactancia natural, y colechando desde el primer día con la cuna anexa a nuestra cama. Muchos ratos lo porteaba por comodidad a la hora de salir de casa, de atender a la mayor, o de lo que fuera, él estaba cómodo y yo también.
A los 7 meses empezó a gatear, y no noté ese periodo sensible de independencia y más demanda de mamá, pero la verdad es que ha sido un niño que siempre ha tenido mamitis como os conté en otro post.
Necesidad piel con piel desde el nacimiento hasta hoy en día
Yo he notado que esta necesidad de apego, de mamá, de piel con piel, no es algo que mi hijo haya pedido solo esos primeros 9 meses. Conforme mi hijo crece sigue necesitando ese apego, ese rincón de seguridad, de confort. A día de hoy mi hijo tiene 26 meses, más de dos años, y lo que más le gusta y más le reconforta es llegar a mí, subirme la camiseta y tumbarse en la “tipa” (tripa).
Hasta los 22 meses que estuvimos con la lactancia ese rincón de confort era el pecho, el lugar donde se calmaba, se dormía, (y prácticamente donde vivía). Pero tras el destete ha buscado otras maneras de estar pegado a mamá, porque sigue necesitando ese contacto.
Cuando dejó de tomar pecho aprendimos a que se calmara solo con brazos, canciones, mimos… pero ha descubierto otro lugar, mi tripa. Si una noche está muy agitado, se desvela, llora (todo medio dormido) y no consigo calmarle, incluso a veces no quiere ni que lo coja, el mejor truco es ese: me tumbo y le pongo la cara en mi tripa, y en un segundo está dormido otra vez.
La verdad que me gusta que encuentre en mí ese lugar de calma y de paz, se le cierran los ojos cuando al abrazarlo nota mi cuello, mis brazos, la piel directamente. Así que para él creo que de alguna manera esa exterogestación sigue ahí latente. Aún no ha llegado el momento de independencia, de poder encontrar en otros la calma que su mamá le da.
Vacaciones terminadas, ya en casa, niños dormidos, padres agotados en el sofá. Hoy hemos celebrado el Día de la Alegría,una tradición de la ciudad del papi, rodeados de amigos, buenos momentos y buenas noticias. Pero no hay nada más alegre que este bombón, este bombón cariñoso que tiene una sonrisa que me tiene loca. Y con esta alegría, os damos las buenas noches!!! . #vacaciones #beach #diadelaalegria #sonrisa #madreehijo #amordemadre #amordelbueno #fotoschulas #fotosconmama #miamor #mihijo #conmiradademadre #childhood #mothermoments #motherhood #maternidad #maternidadreal #love #sermadre #soymama #bimaternidad #bimadre
A post shared by Lydia (@lydia_padresenpanales) on Apr 17, 2017 at 1:36pm PDT
Está super mayor en algunas cosas, pero sigue siendo “mi bebé”.
¿Notasteis en vuestros hijos esta etapa de exterogestación?