Extinction: más de lo mismo

Cuando existe un buen director español de género, es de recibo ver cada una de sus películas. Y si es una persona tan amable y simpática como Miguel Ángel Vivas, aún más. Por eso no se me ocurrió mejor plan dominical que ir a ver Extinction, su última cinta. Y la experiencia si bien no fue decepcionante (sabía a lo que iba), se tornó algo tibia.

Las taras de Extintion vienen de muchos lados. En primer lugar, hay que ser muy valiente, por utilizar un eufemismo, para sacar en 2015, como un gran estreno, una película de zombis. Cierto es que zombis, zombis, no son, pero son infectados, muerden y hay apocalipsis, así que todo hijo de buen vecino la incluirá en esa categoría tan sobreexplotada, tanto por la literatura como por el cine. Pero oye, si te has decidido a hacerla, por lo menos aporta algo nuevo, otra perspectiva, como Colin o Fido o Zombies Party. Quizás, como me confesó Miguel Ángel Vivas en la entrevista que le hice en Nocturna 2015, se deba a la mano de Hollywood, pero creo que ni eso sirve como excusa: te han podido imponer el título de la película, pero no el argumento y el desarrollo y demás. Clichés incluidos.

Porque los hay a borbotones en Extinction. Los clichés, aunque también la sangre, que eso mola. Pero es que uno se harta ya de lo previsible, como la consabida muerte del mejor amigo del hombre, que ya empieza a cabrearme, el aislamiento humano, la desconfianza y el postapocalipsis. No había leído la novela de Juan de Dios Garduño en la que se basa la cinta, Y pese de todo, pero las ganas se me han quitado, machos y hembras. Previsible Ad nauseam, sacrificio por los que quieres incluidos, y cuatro personajes cuyas raíces están en las obras de George A. Romero.

De no ser una mala película, y quedarse en un ejercicio soportable, a Extinction la salva solo el buen hacer de Miguel Ángel Vivas, que si bien se aleja soberanamente del ojo que rodó sus otros ejercicios fílmicos bestiales como Secuestrados, rodando una película más habitual en lo técnico (más planos, menos plano secuencia; creo que solo uno), logra crear un buen producto cinematográfico; un buen producto, que también puede llegar a ser una buena (aunque tal vez esta afirmación pueda llevar a confusión) película. (Valga la repetición de adjetivo para expresar la mediocridad).

Gana en muchos momentos dramáticos, cuando Vivas quiere profundizar en esa fábula sobre la paternidad que venía a representar Extinction, y en los de tensión, muy bien calibrados y ejecutados. Así como en los diálogos y en el desarrollo del guión (aunque existen cabos sueltos que no se resuelven totalmente incomprensibles), amén de la excelente actuación de los actores, un casting que no podría haber sido mejor seleccionado, quizás con Matthew Fox como el brillo más esplendoroso. Chapó en esos aspectos. Y en las escenas de acoso en las que se utiliza maquillaje y no efectos digitales. También en las escenas de violencia: gracias.

Aunque decir de Extinction que es un buen producto, a muchos puede sorprender, incluso a mí, porque algunos efectos digitales son verdaderamente penosos, como el monstruo que parece colocado en pantalla por el más inútil usuario de Photoshop. Eso sin hablar de los decorados, que en muchos casos se ve a leguas que lo son. Consecuencias de rodar en interiores que se podían haber suavizado de una manera más elegante, y profesional...

En definitiva, Extinction es una película que gustará mucho a los seguidores profanos de lo zombi, aquellos que flipan con The Walking Dead, pero Nueva York bajo el terror de los zombis o El retorno de los muertos vivientes les parecen cutres. A ellos, les encantará, seguro, a los demás, pse: mejor esto que una de sobremesa de fin de semana de Antena 3. Por último, le haría una pregunta a Vivas o a los productores: ¿por qué llevan calzoncillos los zombi-monstruos?

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