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Revista Cine
Almodóvar se acerca al western, género que jamás había tocado, de una forma muy personal. Aunque este mediometraje se ajusta a las reglas que establecieron los grandes clásicos, el director manchego no puede evitar añadir elementos de su propia cosecha, como el fado de Amalia Rodríguez que canta un joven al principio y la intensa relación homosexual que existe entre los dos protagonistas, que aquí no se sugiere sino que se muestra sin ninguna reserva. Hay que decir que esta producción es lo mejor que ha hecho Almodóvar en los últimos años. Sabe condensar sabiamente una historia muy intensa en solo media hora y es capaz de presentar a los protagonistas en toda su complejidad con leves trazos. Hasta la tensión del último tercio se sabe llevar con oficio, impregnando a toda la escena las dosis exactas de violencia y romanticismo que requiere. El único momento en el que baja la calidad del conjunto es en el breve flashback en el que los protagonistas son interpretados por actores mucho más jóvenes y con muchos menos recursos que unos inspirados Pedro Pascal y Ethan Hawke, que saben imprimir una extraña química a la relación entre los dos personajes. Almodóvar debería atreverse a abordar un western más ambicioso, quizá ambientado en el bandolerismo andaluz del siglo XIX, dado que ha demostrado que domina las claves del género.