Revista Cine
Encuentros en la tercera planta.
Ya lo decía el propio Nacho Vigalondo en su corto "Una lección de cine" en el que, él mismo, intimidaba a una despreocupada vaca, que pastaba tranquila en el prado, con una perturbadora "bat-bola", haciendo varios amagos hacia el animal pero sin llegar a lanzársela en ningún momento: "En el cine, muchas veces, es más importante la expectación que creas en torno al contenido, que el contenido en sí". En su segundo film, después de la celebrada "Los cronocrímenes" (cinta que aplaudí a rabiar), parece que el director y guionista haya llevado tal afirmación hasta su máxima expresión, manteniendo en vilo al espectador sobre lo que puede llegar a ocurrir durante todo su metraje. Solamente hay un pequeño problema, su corto duraba poco más de dos minutos, mientras que su última película dura hora y media.
La peli empieza con Julio despertándose en una casa que no es la suya, con una resaca de seis pares de narices e incapaz de recordar nada de lo ocurrido. Allí encontrará a Julia y todo apunta que se acostaron juntos la noche anterior, justamente después de beberse medio bar entre los dos. Ya con la luz del día la situación empieza a resultar de lo más embarazosa, pero Julio no puede abandonar el piso de Julia porque una especie de gigantesca nave nodriza extraterrestre se encuentra suspendida sobre el cielo de Madrid y la pareja no sabrá muy bien como actuar. Al parecer el ejército ha desalojado a la mayoría de la población, pero ellos dos ni siquiera se han enterado debido a la cogorza que llevaban encima. Por desgracia para ellos, Ángel, el pesado vecino de Julia, también se ha quedado en el bloque, y todavía hará que la situación sea más complicada de lo que ya es.
Nacho Vigalondo, vuelve a demostrar que: a) como director sabe aprovechar como nadie los limitados recursos de los que dispone; y b) como guionista sabe atar los cabos como pocos. Para su segundo largo, Vigalondo, ha contado con Michelle Jenner, Julián Villagrán, Carlos Areces y Raúl Cimas. Y lo cierto es que los cuatro están perfectos en sus papeles ya que ella está muy guapa, él está simpático, el otro está muy divertido y el último está muy loco. Además, la cinta cuenta con la tróspida presencia de Miguel Noguera.
Lamentablemente, Extraterrestre no resulta suficientemente divertida para tratarse de una comedia. O sea, Carlos Areces está especialmente gracioso, pero es que Areces, si se lo propone, haría gracia incluso en un drama ambientado en la guerra civil española, dirigido por José Luis Garci. Y eso que las situaciones si resultan graciosas, pero la sensación es que la trama termina alargándose en exceso y hace que pierda garra y caiga continuamente en la repetición y uno acaba sospechando que estamos ante una historia que daba perfectamente para realizar un cortometraje pero que, al querer convertirlo en un largo, se ha acabado perdiendo parte de la fuerza que, sin duda, se encuentra dentro de la historia. De hecho estoy seguro que la película debía resultar mucho más graciosa sobre el papel que a la hora de trasladarla a la pantalla.
La primera parte de la película es la más entretenida, cuando los dos personajes protagonistas desean alejarse el uno del otro (más uno que otro), pero las circunstancias se lo impiden y deben aprender a conocerse y convivir. Además, los mejores momentos de la cinta coinciden con Carlos Areces en pantalla en plan vecino plasta, que me recordaba la trama de alguna comedia clásica estilo Dan Aykroyd, pero pasado de vueltas. Lo que ocurre es que justo hacia la mitad de la cinta, cuando el film debería dar un paso adelante para seguir avanzando hacia su desenlace, parece como si diera dos pasos hacia atrás y empieza a perder intensidad. Es en esos momentos cuando las carencias del film se hacen más patentes: la falta de ritmo, de fluidez y de cohesión de lo que se está explicando, que provoca que no resulte suficientemente eficaz. Resumiendo: La falta de ritmo termina pasando factura a una alocada historia que no acaba de sacar todo el partido esperado de su premisa inicial.