Revista Cultura y Ocio

Extremoduro - Agila (1996)

Publicado el 04 marzo 2016 por Abacab @DMRblog
Extremoduro - Agila (1996)ANTECEDENTES E INTRODUCCIÓN.Ah, escuchar a Extremoduro supone algo balsámico, como un especie de bebedizo o elixir de juventud, apropiadísimo para descargar edad e hipervitaminarse a conciencia. Ha pasado tiempo de barbecho, pero hace unos meses volví a dar un tiento a Robe Iniesta & Company y la verdad es que me encuentro satisfecho. Mi contexto, en este caso, es bastante sencillo e incluye fiestas mayores en pequeños pueblos mesetarios donde los extremeños sonaban con fruición. Y en efecto, ese era uno de los ambientes donde Extremoduro sonaban en los 90. Uno de tantos. Pues precisamente a partir de “Agila” la popularidad de Extremoduro crece exponencialmente y alcanza un público muy diverso, más amplio y cercano al mainstream (dentro de un orden). De repente Extremoduro se convierten en abanderados del rock en español y fueron escuchados por gente, a priori, ajena al rock urbano, rock duro, etc. A todo ello ayuda a que la producción sea mejor y el sonido mucho más depurado que en discos anteriores.
No obstante, este éxito venía tras muchos años de trabajo y evolución. Con su tercer disco (cuarto si contamos el disco de maquetas del año 90, editado sin el permiso de la banda) “Deltoya” (1992) ya grabaron con una discográfica de cierto calado, DRO en este caso, produciéndose una mejora en calidad y sonido. La tendencia continuará con “¿Dónde Están Mis Amigos?” (1993) y “Pedrá” (1995), que fue un experimento extraño y colaborativo con miembros de otras bandas como Platero y Tú o Reincidentes, pero que fue lanzado por motivos comerciales bajo el nombre de Extremoduro; además el disco consistía en una sola canción de media hora más menos… El rock “transgresivo”, según su propia denominación, en su máxima expresión. Ya en estos primeros discos encontramos algunas canciones que con el paso del tiempo han devenido en clásicos notorios: “Jesucristo García”, “Pepe Botika”…
Como decíamos anteriormente la producción de “Agila”, así como la ingeniería de sonido en general, es notablemente mejor que en los discos anteriores. Gran parte de ello es culpa de Iñaki “Uoho” Antón, guitarrista de Platero Y Tú y muy implicado con Extremoduro durante gran parte de su historia. También aporta guitarras y teclados. No obstante no se trata solamente de la ejecución, las ideas también cunden y fluyen en forma de arreglos apoyados en saxos y otras secciones viento, toques acústicos, algún piano… Tendencia que irá dando lugar en siguientes referencias a producciones más ambiciosas, con alguna eventual renuncia a la innata visceralidad del grupo. La banda se completa, este disco, con Ramón Sogas al bajo, Alberto Gil en la batería y de Iñaki Setién en labores de guitarrista.
Es muy difícil hablar de Extremoduro sin mencionar la parte lírica del grupo. En efecto, Robe tiene varias virtudes como letrista, como por ejemplo la visceralidad y la creación de imágenes potentes. Estas imágenes cobran bastante fuerza por la yuxtaposición de vario registros; por un lado tenemos una vertiente lírica, imaginativa e incluso hermosa que viene acompañada por otros textos más sórdidos, vivaces o de algún modo “soeces” (sin que eso sea algo peyorativo necesariamente). Tal mezcla me parece particularmente propia y muy peculiar de los extremeños, creando un estilo que ha conseguido interesar a muchos fans casi al mismo nivel de la música. ¿Acaso no resulta un aliciente tener un letrista con personalidad? Incluso, como veremos a lo largo del disco, se pueden ver referencias a célebres poetas en castellano. Definamos “Agila” como un disco quinta esencial del grupo, donde todas las virtudes se muestran en su esplendor y lo hacen de una manera más definida, sobre todo por el apoyo de la parte técnica del disco. Buena muestra de que ambos elementos pueden ser simbióticos y de que pueden mejorarse mutuamente. La estilística de rock, con toques hard, y ambientes urbanos permanece inalterable.
ANÁLISIS DEL DISCO.1. “Buscando una luna”: Y empezamos elegantemente ¿Pueden Extremoduro ser elegantes? Claro que sí. Buena muestra es la intro de la canción, a base de guitarras acústicas, saxofón y la voz de Robe recitando unos magníficos versos de Antonio Machado, correspondientes al poema “Por Tierras De España” (muy lúcida la observación machadiana de que, por éstas nuestras tierras, “vaga errante la sombra de Caín”). Después de esta delicatesen, la canción se transforma en rock con cierto brío, pero de menor intensidad al de otros más desaforados. Es una canción de tono sentimental donde Robe va encadenando con acierto hermosas frases: “…bajé las escaleras, sí, de dos en dos, perdí al bajar el norte y la respiración…”. Buen inicio de disco y un pequeño clásico.
2. “Prometeo”: Y las cosas comienzan a ponerse bastante rockeras en esta canción, mediante unas guitarras afiladas y trotonas y la expresiva voz de Robe a toda mecha. Tras la introspección inicial tenemos todo un chute de energía, y uno de los ejemplos de cómo las letras encierran varios contrastes dentro de sí: lo mismo recurre a Miguel Hernández y su poema “De Mal En Peor” (“no me levanto ni me acuesto día/que malvado cien veces no haya sido”), que poco después nos suelta de su cosecha estos “hermosos” versos llenos de candor: “me revuelco por el suelo y me revienta la polla”. ¿En qué otro grupo o solista se puede encontrar este contraste? Sin duda es una anomalía llamativa e insólita.
3. “Sucede”: Rock clásico, muy en la línea de Extremoduro, menos agresivo pero igualmente potente. Robe maneja muy bien los tiempos; comienza cantando despaciosamente para después hilvanar uno de los mejores estribillos del disco. Ágil, certero y divertido. Nuevamente tenemos un préstamo poético, en este caso proveniente del poema “Walking Around” de Pablo Neruda (“Sucede que me canso de ser hombre”). Para mí, sin embargo el momento lirico del disco es el recordatorio que hace Robe de algunos de sus héroes musicales fallecidos más o menos por esos años (“no he vuelto a ser el mismo desde que se fue Gillespie, Zappa, Mercury, Camarón”). De mis temas favoritos del disco.
4. “So payaso”: El gran clásico de Extremoduro, probablemente su tema más conocido y gran responsable de la extensión del éxito a muchos ámbitos. Toques novedosos y muy notorios en forma de arreglos de viento, casi más patentes a ratos que la guitarra misma y dominio muy importante de Robe de la interpretación. Incidiendo en lo que decíamos en la canción anterior, el dominio interpretativo en las subidas, las bajadas, puentes y estribillo es magnífico. Por si fuera poco el punteo de guitarra también es bueno. Puede parecer una mera canción sobre el miedo al ridículo o sobre la inseguridad, pero por debajo bulle una mala leche considerable.
5. “El día de la bestia”: Canción compuesta para la película de Álex de la Iglesia e incluida en nuestro disco de hoy. Es un tema muy loco, saltarín, que mezcla pasajes heavies, otros de un especie de funk arrabalero, e incluso toquecillos pop aquí y allá. No tiene una estructura muy sólida, pero como objeto de diversión puede que valga. Cristianos militantes y sensibles abstenerse de escuchar la letra.
6. “Tomás”: Esta canción es un poco de coña, lo cual no es propiamente una descripción despectiva, sino constatar que probablemente fue concebida con esa intención. Canción de tempo rapidísimo, ligero, breve y con letra alusiva (se supone que de broma) al manager del grupo. Le dedican lindezas como: “hasta los chaperos te llaman traidor, eras la vergüenza de la profesión”. Simpáticos ¿eh? No tiene mucho que reseñar. Si acaso la participación del mítico teclista Reverendo, tan relacionado con El Gran Wyoming.
7. “Qué sonrisa tan rara”: Y la canción comienza con la colaboración a las voces de Albert Pla, suave, cálidamente (musicalmente, líricamente más bien no). Progresivamente la canción se va electrizando hasta llegar a un potente estribillo donde una desaforada voz de Robe clama a voz en grito: “dejadme de hablar, no me hace reír/ la gente normal se podía morir”. La letra tiene figuras un tanto extrañas, pero parece ser un refrendo del individualismo y la peculiaridad muy propias de Robe.Extremoduro - Agila (1996)8. “Cabezabajo”: Canción penetrante y de mala uva contenida que comienza con, probablemente, el mejor riff de guitarra del disco: cortante, cadencioso y memorable. Buen número de hard rock, con bastantes recovecos y cambios de ritmo, pero el casi infalible estribillo siempre está presente. De mis favoritas del disco, una de las que más perdura. Robe, siempre visceral, da muestra de su rabia: “pierdo la razón cuando salen, de mi corazón animales”.
9. “Ábreme el pecho y registra”: Los primeros instantes son los propios de un medio tiempo, para dar lugar posteriormente a un estilo más hosco y áspero. De hecho esta canción también contiene varios cambios de ritmo y tempo, siendo el más notorio de ellos el del estribillo; en este punto la canción se vuelve sorpresivamente rápida. Muy buen trabajo de Inaki en los punteos de guitarra. En la letra, el estribillo es una declaración de intenciones: “si todo me sale de color de rosa, te prometo que esta noche tú no duermes sola/ y si nada me sale ¡vete a hacer puñetas! Y aún me debes mil rabietas”. Entónese con voz grave y gutural. Acaba con un poema recitado a voces de Sor Kampana, autor del que no se dar cuenta más allá de su colaboración con Extremoduro.
10. “Todos me dicen”: La canción empieza lenta (tras unos primerísimos momentos verbeneros), casi con trazas de balada, tristona y al son de unos versos de Román Romero Ruiz; uno de esos poetas prácticamente desconocidos a los que Robe gusta de homenajear. Mientras dura el aire de balada, la canción vuelve a ser incluso elegante. Luego, como viene siendo ya normal en el disco, diversos cambios de ritmo añaden músculo y poderío rock, toques casi funk y bastante caña al final. ¿Se dan cuenta de que en casi todas las canciones hay alguna variación rítmica? Esto es señal de que no estamos ante canciones ni pétreas, ni lineales, sino que la estructura es mucho más sinuosa y basculante de lo que parece. Extremoduro no es un grupo “simple”.
11. “Correcaminos estate al loro”: Robe viene hambriento, a por todas y directo al grano. Se trasmuta en el Coyote y a diferencia de los dibujos de la Warner el Correcaminos tiene las horas contadas. Una canción ideal para autoafirmarse y motivarse para lo que sea. No obstante, me parto con algunas de las imágenes que crea Robe para la letra: “Correcaminos estate al loro, que viene el coyote sentado en un vespino/y no tiene licencia y no tiene seguro…”. ¿Se imaginan una versión quinqui de los dibujos de esta guisa? La música está a tono, rock duro, fulgurante, directo, muy potente. Pura electricidad. La canción es breve y contundente, sin margen para respirar. Divertida, aunque no tiene el poso de otras.
12. “La Carrera”: La canción más áspera del disco en todos los aspectos (que ya es decir). Corte sórdido, de sabor punk, guitarras a tope y voz implacable. Produce impacto por la pegada decibélica y el estilo demasiado a ras de tierra de la letra, relacionada con la politoxicomanía. Aun así, no me parece que este muy desarrollada. Parece ser que fue un tema originalmente compuesto en los tiempos de Dosis Letal, un proyecto primerizo anterior a Extremoduro.
13. “Me estoy quitando”: Esta última canción sí que es de chufla, basándose en una especie de humor estupefaciente donde el protagonista asegura que “se está quitando” y solamente se coloca “de vez en cuando”. Ojo a la conversación inicial y a la estructura afirmación-respuesta de la canción, que por otra parte sigue los cánones del pop aflamencado. No hay mucho de rock aquí, colaborando nada menos que Fito Cabrales con el cajón y la guitarra española. Es una versión del grupo de rock andaluz Tabletom.
RESULTADO, CONCLUSIONES Y REFLEXIONES.Creo que podríamos incidir en una idea que he expresado en una de las canciones: Extremoduro no es un grupo simple; gustan de jugar con cambios de ritmos, tienen ideas atrevidas (por ejemplo el disco “Pedrá”) y sus composiciones están lejos de ser lineales. Lo bueno de una producción en condiciones, es que asoman virtudes que de otro modo pasarían inadvertidas; toda buena composición necesita un buen traje a medida para lucir más. Y Extremoduro, al César lo que es del César, encontró un buen sastre en Iñaki Uoho. Extremoduro, supongo, recibirían el éxito de este disco como una recompensa, no sólo por “Agila” sino por todo lo anterior. Está muy bien ser un grupo de culto o estar circunscrito a un ámbito determinado, pero la lógica nos indica que si alguien se toma la molestia de componer canciones y editarlas es para que puedan ser escuchadas y para que tengan buena aceptación (sin dejar de ser honesto por ello). Y desde luego “Agila” tuvo muy buena acogida.
El tema de las letras resulta espinoso, y no para pocas personas, debido a las múltiples referencias a drogas, a sexo o a multitud de temas escabrosos. Para mí, si están bien hechas no hay problemas. Una temática puede ser un recurso literario más, a veces para subrayar la ironía, a veces para subrayar un componente trágico o a veces como descripción. Tampoco me gusta ese “situacionismo” un poco pacato según el cual tengo que identificarme en todos los aspectos con un autor o una canción. ¿Tengo que escuchar “Heroin” de la Velvet o “Sister Morphine” de los Rolling consumiendo heroína? ¿No puedo hacerlo tomándome un poleo-menta en casita? Aplíquese a Extremoduro. Además no solamente hay sordidez, también hay lirismo, belleza, emotividad y toda una galería de recursos sinceros y bien utilizados.
Después de este disco, y en vista del éxito, era un buen momento para editar un directo y de ese modo salió “Iros Todos A Tomar Por Culo” (1997), surtido de recientes éxitos y también de canciones primigenias un tanto ignotas; fue un buen paso y el disco tuvo buena acogida. ¿Y qué paso con toda la ambición artística que habían mostrado? Pues que se canalizó en un disco con toques más ambiciosos, a ratos casi sinfónicos, como “Canciones Prohibidas” (1998); fue un disco un tanto más irregular pero que contó con un hit impepinable como “Salir”. En 2001 llegó el homenaje al poeta Manolo Chinato que llevaron a cabo una fusión de Extremoduro y Platero Y Tú (Extrechinato Y Tú más concretamente); se llamó “Poesía Básica”, y si bien no tuvo excesiva repercusión, mostraba buenas muestras de rock melódico.
“Yo, Minoría Absoluta” (2002) fue el regreso propiamente dicho de Extremoduro como banda y también el regreso a sonidos más acerados y contundentes; puede recordar incluso a “Agila”. De todos modos incluye dos bonitas composiciones como “Standby” y “La vereda de la puerta de atrás”. Tras un recopilatorio en dos volúmenes publicado en 2004, llegó quizá su disco más atrevido “Ley Innata” (2008) con pocas canciones y composiciones largas, en algunos casos superando los once minutos. Es una vuelta a la idea de álbum conceptual, siendo toda la obra una suite dividida en varios movimientos. Los dos siguientes LP’s, “Material Defectuoso” (2011) y “Para Todos Los Públicos” (2013) serán más calmados y reflexivos y casi podrían ser catalogados como “discos de madurez”, a falta de un término mejor. Robe no descansa y en 2015 publicó “Lo Que Aletea En Nuestra Cabezas”; todavía no le he metido mano así que no diré mucho sobre él. Todo parece indicar que la tendencia a la reflexión continúa y que la rabia cada vez se va a atemperando más.
En cualquier caso piensen que uno de los encantos de Extremoduro viene derivado del hecho de que estamos ante un espécimen particularísimo, casi único en su especie y con una propuesta definida y radical. Fíjense en el título de uno de sus discos “Yo, Minoría Absoluta”, tremendamente significativo. Robe no pretende ser un gurú, ni movilizar ninguna masa; Robe no representa a nadie, salvo a sí mismo. Libertad individual absoluta.
Por cierto, “Agila” significa en castúo (dialecto extremeño) “espabila”, así que espabilen y si no han escuchado este disco, procedan. Además, está de aniversario; se cumplen 20 años de su edición.
Texto: Mariano González.

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