Es un topicazo, pero una verdad como un templo: el hambre -en este caso la crisis- agudiza el ingenio. De un año a esta parte hemos podido asistir a una ebullición brutal de ideas, de propuestas para reflotar la maltrecha economía canaria. Unas han sido más originales y otras menos, porque está claro que aunque la falta de pan sobre la mesa ponga a trabajar a las neuronas, esto no quiere decir que todos los cerebros lo hagan igual de bien. O lo que es lo mismo, la gente piensa más cuando quiere salir del agujero, pero no mejor. De esta manera, en principio podríamos desterrar todo pesimismo y confiar en que de entre tanta elucubración nazca el concepto que nos salve de la catástrofe. Cuando hay mucho siempre se puede rascar más. ¿O no?
Miremos, por ejemplo, a Tenerife. En unos meses hemos tenido ocasión de conocer tres ideas fuerza para reflotar esta ínsula; no son todas y alguna de ellas viene de atrás, pero quizá sean exponenciales. Se trata del Circuito de Alta Velocidad (que parece haber salido a licitación después de mucho tiempo), el aplazado RockCoast Festival 2012 y, mucho más cercana, la disponibilidad de terrenos tinerfeños para el aterrizaje de EuroVegas. Los avalistas de estas tres propuestas defienden entre sus virtudes, para variar, la proyección internacional, los beneficios para el sector turístico y la creación de empleo. Puro monocultivo.
Dejando a un lado posibles errores macroeconómicos (de los que entre otras cosas no tengo puñetera idea), no es difícil darse cuenta de un hecho. En Nivaria parece que el hambre también agudiza el ingenio, pero sólo el de unos pocos. Y aquí quería llegar. ¿Cómo es que con tanta miseria los iluminados son sólo 4? Porque estas genialidades, y muchas otras que han copado titulares a lo largo de los últimos años, suelen venir siempre de los mismos círculos. Como en tiempos de bonanza. ¿Son de verdad estas las alternativas que nos permitirán abandonar la penumbra? Yo, sinceramente, lo dudo.
El futuro no está en estos anuncios sensacionalistas amparados por la maquinaria de las siglas políticas de turno. Porque aunque los millones de euros públicos destinados a proyectos que supuestamente nos salvarán de la madmaxización de Canarias vayan a parar inevitablemente a unos pocos (normalmente los mismos de antaño), en lo más hondo del sistema aún queda una base trabajadora, emprendedora y ciudadana que es la que está logrando, con escaso apoyo institucional, que esta comunidad mantenga el tipo. No los políticos embostados a dietas, ni los empresarios del régimen, ni los señores de la noche tinerfeña. Los que jugarán el próximo partido no están forrándose a costa de un gigantesco show cutre de hotel para turistas, sino que trabajan en un ambiente hostil, como extremófilos en Río Tinto, para innovar y desarrollar Canarias.