Que el ser humano es un foco de infección resulta poco gratificante sí se piensa, pero si se analiza nos damos cuenta de que así es. Hoy quiero hablarles de virus infecciones y contagios puesto que en estos días el virólogo de la Universidad de Stanford, Nathan Wolfe, ha asegurado que seguir saludándonos a través de estrechar la mano de otro, tiene un factor peligrosísimo en cuestión de higiene.
Y es que, el también autor del libro La Tormenta Viral, asegura que virus como la gripe pueden vivir durante 24h en asas de calderos o en los pomos de las puertas y propone que cambiemos nuestros hábitos a la hora de saludarnos. Wolfe opina que si dejáramos de darnos la mano evitaríamos infectarnos con otras enfermedades. Es por ello que propone la alternativa de saludarse con los codos o incluso como lo hacen los japoneses a través de una leve inclinación.
A ver, que a mí como a cualquier otro no le gusta que le peguen cosas, pero sinceramente, no me veo llegando a una entrevista de trabajo con el director de una gran empresa o que mi novia me presente a su padre y como hay posibilidad de contagio les ofrezco mi codo. Además, ¿qué sería de esos saludos tan chulos que siempre nos han acompañado como “Choca esos cincoo”? Ahora tendríamos que decir: “Ese codo Cuasimodo”.
Y qué decir de todos esos estudios que resaltan el carácter de una persona con sólo ver como aprieta tu mano al saludarte. Eso de que un apretón fuerte significa determinación o un apretón flojo indica inseguridad habría que cambiarlo por: un codo peludo indica no depilación o un codo sonrosado implica psoriasis.
Y aunque es cierto que cada día estamos más expuestos a enfermedades nuevas, quizá gracias a aquellos que con la intención de vendernos luego el remedio las crean, hasta que no sea algo impuesto yo seguiré saludando como me enseñaron desde pequeñito, con un fuerte pero ligero apretón de manos ya que si de por sí la civilización es cada vez más salvaje, lo único que faltaba era eliminar además el tacto entre los humanos.
Esta es la crónica habitual, de un día como otro cualquiera…