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Durante los últimos años se ha instalado la creencia de que la eyaculación femenina es una invención de la industria pornográfica para reproducir la espectacularidad del orgasmo masculino en las mujeres.
Así visto, podría pensarse que es una especie de conspiración genital que hace pasar por fluido vaginal lo que en realidad no es más que orina. Algo que termina provocando la vergüenza femenina en el caso de que tal cosa ocurra, ya que temen que sus parejas piensen que lo que realmente está viendo manar proviene del aparato urinario. Sin embargo, existen referencias a la eyaculación femenina desde la Antigüedad. Aristóteles e Hipócrates se refirieron a ella en sus obras y la consideraron algo natural. Incluso San Agustín, habló de ella en el siglo V su libro Ciudad de Dios: "Los hombres, en su comercio carnal, con ayuda de Líbero, expelen los sémenes y quedan libres. Y esto mismo dicen que hace en las mujeres Líbera, porque también dicen que ellas expelen los sémenes". ¿Y qué otra cosa pueden ser esos sémenes sino el líquido que habitualmente identificamos con la eyaculación femenina?
Cada vez más sexólogas advierten sobre el peligro de que la eyaculación femenina se convierta en un tabú. Una de ellas es Deborah Sundahl, autora de Female Ejaculation and the G-Spot (Hunter House), una reivindicación de este aspecto tan desconocido de la sexualidad femenina, así como una guía para conseguir alcanzarlo. ¿Cómo? A través de la concienciación y el fortalecimiento de los músculos pélvicos, sí, los mismos que intervienen en el beso de Singapur y en otras de las técnicas sexuales más excitantes, como el 'florentino'. Como explica la autora en una entrevista publicada en Alternet, "los hombres no tienen la exclusividad de la eyaculación, simplemente se la han arrebatado a las mujeres".
Al contrario que los que mantienen que toda eyaculación femenina es únicamente orina, la autora recuerda que este líquido expulsado por la uretra es una mezcla de glucosa, fructosa, fosfata ácida prostática y, sí, un poco de micción. Una composición no tan diferente a la que expele el hombre durante un orgasmo, sólo que, evidentemente, sin semen. Sundahl recuerda que este líquido tiene una textura, olor y sabor muy diferente al de la orina, con la que en comparación resulta insípida, inodora e incolora. O, como define en una entrevista concedida a Vice, "una fuente de olor a suelo de bosque y sabor a fluido prostático".
No obstante, la autora recuerda para los más descreídos que esta eyaculación no se parece en nada a las duchas de líquido que pueden verse en gran cantidad de películas pornográficas. Sin embargo, Sundahl cree que todas las mujeres están capacitadas físicamente para eyacular, aunque no todo el mundo estaría de acuerdo con ella. Las responsables son las glándulas de Skene, que deben su nombre al ginecólogo escocés del mismo nombre y que se sitúan en la pared anterior de la vagina, alrededor del orificio externo de la uretra.
Hay un 60% de mujeres que aguantan sin eyacular sin saber que va a ocurrir eso
La autora considera que hay una epidemia de mujeres que retienen la eyaculación por miedo, o por confundirlo con las ganas de orinar, que es uno de los síntomas de que se va a producir este fenómeno. "Pido a las mujeres en mis clases que alcen la mano si han parado mientras hacían el amor para ir al baño, y cuántas esperan a terminar para hacerlo", explica en la entrevista. Tras años de experiencia, Sundahl se ha dado cuenta de que el porcentaje suele ser de un 30% y un 30% respectivamente. "Eso quiere decir que hay un 60% de mujeres que aguantan su eyaculación sin saber que es eso. Lo aguantan contrayendo los músculos pélvicos", explica. Algo que puede tener consecuencias aún más dañinas: "Algunas mujeres ni siquiera quieren tener sexo porque les ocurre eso… A veces piensan que hay algo malo en ellas".
Al contrario de lo que opinan otras sexólogas, Sundahl es una firma defensora de que la eyaculación femenina está relacionada íntimamente con el punto G. Además, considera que esta reacción fisiológica supone la segunda fase de la revolución sexual femenina, después de que las mujeres empezasen a reivindicar su derecho de alcanzar el orgasmo al igual que sus parejas. Para la autora, la era del orgasmo de clítoris ha llegado a su fin y se abren las puertas para una nueva etapa, la del clímax en el punto G. Para Sundahl, esta es "la puerta a un amor e intimidad más profundos".
Según la autora, el punto G son las glándulas de Skene, y por eso, todas las mujeres tienen la posibilidad de alcanzar dichos orgasmos. Un órgano muy feminista, en su opinión, puesto que como ocurre con las mujeres, aún no ha explotado todo su potencial. La autora proporciona tres sencillos pasos para acercarnos a esta fuente –ejem– de placer, que deben ir condimentadas con un alto grado de relajación y un poco menos de fricción ("hacemos el amor demasiado rápido y demasiado duro", recuerda):
-Localiza tu próstata. Debido a que este es el lugar de donde emana el placer, debemos conocer dónde se encuentra (también si somos hombres; puede cumplir una función placentera semejante). Y aunque pueda parecer que este órgano pertenece sólo a los varones, si consideramos las glándulas de Skene como tal, podremos encontrarla en la pared anterior de la vagina, alrededor del orificio externo de la uretra.
-Pon a prueba su sensibilidad. La principal diferencia entre una mujer y otra se encuentra en las sensaciones que son capaces de experimentar gracias a dicha parte del cuerpo. La autora dedica todo un capítulo de su libro a ayudar a sus lectoras a evaluar dicha capacidad, que está relacionada con la fortaleza de los músculos pubocoxígeos, que pueden ser reforzados mediante los ejercicios de Kegel.
-Menos roce, más concienciación. "La actitud es importante a la hora de aprender a eyacular", considera la autora. Si tienes miedo, asco o crees que no puedes conseguirlo, es probable que nunca ocurra. Por eso, el cambio comienza en la mente: sintiéndose a gusto con la idea de la eyaculación femenina, dejándote llevar y no aguantándote cuando la sensación empiece a aparecer, expresando todas las emociones libremente durante el sexo, sintiéndote con libertad y confianza y, sobre todo, "creyendo en que la eyaculación femenina es accesible".
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