Revista Deportes
Una sola jornada de fútbol eléctrico con nuevo entrenador y empiezan los habituales juicios sobre el“sorprendente estado físico”, “la velocidad de los jugadores” e incluso las mejoras en el juego del Barcelona. Entonces, cuando arrasan, como contra la Real Sociedad, se habla incluso de “la gran capacidad de presión del Barça cuando no tiene balón (y eso con lo que cobran)”.El juego del equipo de Vilanova, igual que cuando estaba Pep, se entiende única y exclusivamente a través del balón, por lo que a algunos les cuesta entender la globalidad del modelo del conjunto culé. Con balón, y jugando en una estructura de 1-4-3-3, el equipo da amplitud al juego con extremos y laterales muy abiertos y un juego posicional fantástico con la intención de ofrecer constantes líneas de pase al poseedor del balón y que por tanto la circulación sea rápida. Esa velocidad, con calidad técnica, buena visión de juego y apoyos en zonas adecuadas, funciona tanto en agosto como en marzo porque el balón siempre corre a la misma velocidad. Si el rival, además, no cierra bien esos posibles pases ni atosiga al poseedor de balón, la velocidad de juego aumenta porque no se necesitan conducciones para atraer jugadores y conseguir batir líneas mediante desborde.Una vez esa posesión de balón se traduce en progresión, con ello progresa todo el equipo, formando triángulos y cuadrados alrededor del espacio directo del balón y su poseedor, creando superioridades que facilitan la circulación, obligando a retroceder al equipo contrario, a que los rivales actúen en posiciones muy lejanas de la portería contraria e incluso de sus demarcaciones naturales y además, gracias a la amplitud que otorgan extremos y laterales, es fácil atacar el otro lado con ventaja.Evidentemente, durante 90 minutos no todas las jugadas se finalizan de manera adecuada ni la precisión se mantiene de forma lineal, por lo que se producen pérdidas de balón. Pero estas pérdidas, cuando son de calidad y tras posesiones largas, no inciden demasiado en el posicionamiento del F. C. Barcelona. La razón es sencilla: en la zona en la que se pierde el balón el rival está arrinconado, los jugadores desordenados, no hay líneas de pase y el Barcelona acumula muchos hombres en ese espacio directo por lo que manteniendo posición y haciendo un ‘pique’ de uno-dos metros hacia el nuevo poseedor de balón, la recuperación es fácil y se vuelve a jugar. Y además, como el Barça no abusa del desborde sino del pase, rara vez el rival recupera un balón limpio sino que hace una interceptación de un pase y el balón queda libre. “Libre”, entre comillas, porque lo hace en una zona en la que hay más jugadores blaugranas que del equipo rival y además estos están de cara al marco contrario. Una vez más, la recuperación, al igual que la circulación no tiene que ver con la velocidad ‘física’, la de ‘desplazamiento’, sino con la del balón y con la de la organización colectiva.El único problema de ese ‘exceso’ de amplitud es si la pérdida se produce en la salida y en el centro del campo. Entonces, con tantos jugadores por delante del balón y tan lejos es difícil llegar a cerrar si el primer pase del equipo rival es bueno. Un riesgo que merece la pena correr cuando en esas zonas juegan Xavi, Busquets o Iniesta, y un riesgo que si no subsana Song le dificultará tener minutos en el Barcelona. El Barça no recupera por un físico portentoso ni una preparación física diferencial, sino porque es uno de los equipos con mejor organización colectiva del mundo.