Opinión
Me toca escribir sobre Fabio Cundines. No se podía ser más bueno. Era un ser de los que aparecen pocas veces en nuestras vidas, un hombre que cambió a su entorno. Siempre tenía un buen gesto, una sonrisa amable; era esencialmente un hombre bueno. Así fue y es en mi recuerdo, por eso quiero dejar testimonio para singularizarlo en la tragedia ferroviaria del 24 de julio en Santiago de Compostela, en los andenes de Angrois, a tres kilómetros de la capital, que estaba en los preliminares de la celebración de sus fiestas patronales. La ciudad se tiñó de dolor y muerte. Y entre ese horror, tuvo la desgracia de estar este compañero de estudios, amigo de los amigos.
Fabio para mí siempre será esa persona respetuosa, con valores, un idealista. Sigo sin entender cómo este accidente pudo llevarse a alguien tan especial. Es triste comprobar que el mundo no está hecho para los mejores. Era una de esas personas que te cambia la vida. Un ser cuya generosidad inteligente y pizca de ingenuidad hacía la vida más fácil a los demás. Carecía de prejuicios y era profundamente idealista. De él aprendí que la diversidad es una virtud que todos deberíamos desarrollar y, que la grandeza de las personas radica en la sensibilidad con la que se trata alos que se encuentran en una situación de desventaja. Él enseñó humildad, valentía y respeto a la hora de encarar la vida.
Todos los que lo hemos conocido nos encontramos consternados, independientemente del grado de cercanía. Su círculo más personal lo recuerda como una persona y un amigo increíble. No salen del ‘shock’ que les ha provocado esta pérdida, pues, amigos desde hace años, guardan de él grandes recuerdos. Es un golpe injusto, arbitrario y cruel.
En segundo término, estamos los que no convivimos tanto, aquellos compañeros del Colegio Santa Apolonia. Era muy aplicado, tanto, que los profesores le ponían como ejemplo de lo que es un muy buen estudiante, es decir: estudioso, callado, buen compañero y muy curioso intelectualmente. Nos constaba que era el preferido de muchos docentes, e ironizábamos sobre su competitividad limpia, clara, propia de aquel que quiere hacerse un hueco en el mundo de los mayores desde la mejor preparación y desde los principios. Era muy amable, atento, siempre escuchaba. En los momentos de ocio opinaba sobre música y de cómo se podían mejorar las cosas que no iban bien. A título personal afirmo que fue la persona más auténtica que conocí en los once años que estuve en ese centro, de ahí que quiera hacer de albacea y dejar mi testimonio.
Le gustaba mucho la filosofía, reflexionar sobre el porqué de las cosas, no quedarse en la superficie. A pesar de su popularidad dentro y fuera de las aulas, nunca se quedó en lo frívolo, en lo aparente. Era muy inteligente, siempre planteaba preguntas dejando para otros las respuestas. Todo eso, con dieciocho años. Se podía contar con él. Cuando un compañero no entendía la filosofía, él se la explicaba a modo de cuento, dejaba de lado sus tareas y la presión por preparar un curso intenso, difícil y se disponía a ayudar a quien lo necesitaba. Ese era Fabio.
Ahora, una compañera me comenta que le resulta imposible que una persona tan puramente buena, pueda desaparecer de esta manera tan trágica. Era un niño perfecto, no se podía ser mejor persona. No usaba su superioridad con los menos fuertes, sino que apoyaba a quien lo necesitaba, de forma altruista. Los compañeros de estudios lo describen como respetuoso, discreto, divertido, amable. Me quedo con la frase de Mark Twain que dice que la gente realmente grande te hace sentir que tú también puedes ser grande, y en esta categoría estaba Fabio Cundines.
Un hombre grande que cada día luchaba por ensanchar los caminos y cercar las dificultades, una persona que arrastraba con su ejemplo y entusiasmo. Muy querido y respetado por todos.
Le gustaba el Hip Hop, creía que la música era una poderosa arma para despertar las conciencias y hacer del mundo un lugar más justo y habitable. Los cines ’Valle Inclán’, en la calle Fernando III El Santo, fueron el germen de grupos de la música Hip Hop en Santiago. Con sus 14 años mostraba una gran precocidad por vivir y cuestionarse la vida en todas sus formas. Era su forma de apartarse de lo establecido y forjar su propio criterio.
Desde la banda de música ‘Cincocerocuatro.es’ afirman que era muy buen fotógrafo y amante del Hip Hop, autor de la carátula de uno de sus discos. Esta formación tuvo gran auge en los años 2010- 2011. Fabio los fotografiaba, generalmente en los directos. Reconocen que su mayor cualidad era el respeto y que pierden a un gran amigo. También en la revista Líbelo, donde era fotógrafo y editor. Allí había alcanzado su sueño de dejar una impronta a través de las imágenes.
Esta tragedia no se llevará el recuerdo de alguien que apostó por la vida y que en su camino nos ayudó a muchos a creer que el mundo puede ser un lugar mejor. Queda el ejemplo de una vida digna, de las que pocas veces encontramos en nuestro entorno.
Mis condolencias y afecto a familiares y amigos. Siempre te recordaremos Fabio. Si existe el cielo, estarás en él, porque has sido una especie de ángel que mejoraba las cosas. Descansa en paz.