Revista Música
Decir que este disco es una salvajada, es posiblemente lo más acertado o el sendero más cercano a definirlo. La polvoreda y el desgaste en las suelas de una generación de músicos y escritores que sentían que debían lanzar un mensaje potente y cercano a la realidad, alejándose de imágenes ficticias, sentir que las libertades individuales no eran más que las mismas de una gran mayoría que era incapaz de unirse para reclamar algo mejor. Lo se, ahora es un punto ciertamente inocente. Reclamar, protesar no soluciona nada. Siempre vas a pedir algo a alguien que lo cambie pero en el fondo, siguiendo en una sumisión que cambia de nombre.
Pero este disco, es un monumento (como varios de Frabrizio de Andre) que lo pone a la altura al cantautor italiano en las coordenadas del barroquismo pop de Scott Walker, una voz autoritaria como la de Leonard Cohen y la sensibilidad tradicional de Tim Buckley. Claro ejemplo, de tres de los grandes faraones de su tiempo.
"Tutti morimmo a stento"(Todos morimos agónicamente), es un testimonio de un disco precioso en lo musical, inquietante y doloroso en la voz de Fabrizio. Desde un inicio tan descorazonador como "Cantico dei Drogati", pasadon por los interludios maravillosos entre canción y canción que ensamblan con majestuosidad el disco entero, hasta el final apoteósico de "Corale(leggenda del re infelice)" que parece evocarnos las escenas del neorrealismo italiano de Rossellini, "Los Inutiles" de Fellini, a Valeria Massina en el final de "Las Noches de Cabiria" o los finales desolados de Antonioni.
Con todo lo dicho, los amantes de la música de épica desgarrada de cámara están ante un imperdible. Sin pestañear se queda uno.