Yo trabajaba en una “puntocom” cuando la burbuja “puntocom” pinchó el año 2000. Aun recuerdo ese ambiente de exuberancia y entusiasmo, el dinero corría raudales.
En las Bolsas las empresas habían alcanzado valoraciones que no reflejaban la generación de caja real, se hablaba siempre de que lo importante era estar colocado para el futuro, “el futuro traería los esperados ingresos”. Lo que pasó ya forma parte de las hemerotecas.
En marzo de 2000, el Nasdaq (el mercado de las empresas tecnológicas) alcanzó un máximo histórico de 5132.52 puntos. Empresas como Napster, Netscape, Infospace o Geocities eran admiradas y prometían beneficios millonarios “futuros”. En el fondo de todo aquello solo había una palabra: especulación.
Ayer cuando saltaba a la prensa que Facebook compraba la empresa de mensajería instantánea WhatsApp por 19.000 millones de dólares vinieron a mi memoria muchos recuerdos de esa época. ¡Qué locura!
¿La historia se repite?
Muchos dicen que no, argumentan que el mercado es más maduro, los modelos de negocio son más sensatos y las empresas cotizadas tienen más años, pero lo cierto es que Twitter o Facebook están en bolsa con una valoraciones infladas según muchos expertos.
De momento Facebook vale en bolsa 171.800 millones de dólares y se coloca cerca de compañía con negocios muy consolidados como Apple (485.000 millones de dólares), seguida de Google (404.000 millones), Microsoft (312.000 millones) o IBM (199.000 millones).
Facebook ha ingresado 2.500 millones de dólares por publicidad en el pasado ejercicio. Cerró el año 2013 con un beneficio neto de 1.500 millones de dólares, una cifra 28 veces mayor a los beneficios que obtuvo en 2012, que fueron de 53 millones de dólares. La facturación de la compañía ascendió el año pasado a 7.872 millones de dólares, un 55% más que en todo 2012, cuando los ingresos fueron de 5.089 millones de dólares.
La seguridad el mal común de ambas compañías.
Recordemos que Facebook sufre problemas de seguridad. Los usuarios piden constantemente mejoras en la privacidad y la resolución de los problemas de seguridad. Además a muchos les preocupa el uso que la red social hace de sus datos.
Por otro lado tenemos WhatsApp una herramienta que logró ser pionera con un despliegue de mensajería instantánea adaptada al entorno actual, pero con grandes interrogantes en su estrategia entre el cobrar y el no cobrar por el uso, y que obvia algo tan esencial como la seguridad del usuario. Corre el riesgo de ser superada por soluciones mas modernas y seguras como Line y Telegram, la cual recomiendo sin duda, que aporta enormes ventajas sobre WhatsApp destacando sobre todo su seguridad y la posibilidad de ser instalada en PC o Mac
¿Qué sentido tiene esta adquisición?
No encuentro ninguna lógica a la adquisición de WhatsApp por Facebook salvo el sortear los vaticinios de los analistas, que advierten del posible pinchazo de la red social. Desde hace un año se detecta una pérdida de interés de los más jóvenes. Quizas esa sea la razón de la compra de servicios que les enganchan más, como Instagram, hace dos años, por 1.000 millones de dólares y ahora WhatsApp. Me pregunto como piensan integrarlos con Facebook, no veo sinergías la verdad.
Facebook ha pagado 42 dólares por cada usuario de WhatsApp, mientras que en caso de Instagram el pago fue de 33 dólares por usuario. Recordemos que como mucho un usuario de WhatsApp paga ahora 1,40 dólares al año por el uso del servicio.
Comparto la apreciaciones de Enrique Dans en su blog “El precio de la adquisición me parece completamente desorbitado, demencial. Sí, muchos usuarios y mucho crecimiento. ¿Y? ¿Realmente alguien piensa que un usuario de WhatsApp se parece lo más mínimo al de otras aplicaciones que generen un mínimo de fidelidad? ¿En base a qué vale uno de los 450 millones de usuarios de WhatsApp unos 42 dólares? ¿Es porque pagan alrededor de un dólar por año de uso – aquellos que lo han llegado a pagar?¿Es porque tenga una propuesta de valor única que nadie puede igualar? ¿Tal vez porque se les asume una fidelidad a prueba de bomba, un fervor religioso que hace que se les vea dispuestos a no abandonar jamás esa plataforma cuyo logotipo probablemente se han tatuado en la piel? ¿O es que son usuarios muy especiales a los que era muy difícil que Facebook llegase?”
La respuestas a todas esas dudas que plantea Enrique se resumen en una. Creo que la orgía económica de los fondos de capital riesgo con Facebook sigue. Y ese tipo de orgias ocasionó la burbuja “puntocom” y su pinchazo. La historia, ojala me equivoque, se repetirá y dentro de unos años hablaremos de “la burbuja 2.0”.