El no expresar libremente los sentimientos ante una determinada situación puede ser causa de que nuestros órganos sufran estrés. El intestino es especialmente sensible a esta afección.
Los mensajes del cerebro pueden provocar síntomas en el intestino porque éste posee su propia red nerviosa llamada plexo mientérico. Las células nerviosas pueden responden a estímulos débiles de estrés como si fuesen muy intensos.
La timidez y el rechazo psicológico que provocan las dificultades en la defecación también son causa de preocupación y ansiedad cuando el problema no se consulta ni se comparte.
La persistencia de los síntomas agrava la situación debido a la aparición del miedo a sufrir una enfermedad grave. Una relación de confianza con el médico puede ser clave para resolver el problema.
Recomendaciones psicológicas en el trastorno intestinal
- Mantener la calma ante un dolor abdominal o trastorno intestinal, ya sea por estreñimiento o disgregación de las heces, y no llegar de inmediato a una conclusión pesimista.
- Procurar no pensar en los intestinos con incomodidad o vergüenza, negando el problema o rehuyéndolo.
- Piense si ha recibido algún tipo de shock o le cuesta mucho enfrentarse a un problema cotidiano.
- Si decide acudir al médico porque los síntomas persisten, hable con toda claridad y asegúrese de que el médico ha entendido su problema.
- Tener una actitud positiva. Preste atención a la explicación que le de el especialista y haga todas las preguntas que considere oportunas sin temor.
- Procure buscar otras personas en quienes pueda confiar para expresar sus preocupaciones.
Reprimir una reacción emocional muy intensa es perjudicial para el tracto intestinal.
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