Cada vez se reconoce más que los factores sociales son factores clave que contribuyen al riesgo de padecer demencia, una enfermedad que se caracteriza por una pérdida significativa de la función cognitiva, que afecta el pensamiento, la memoria y el razonamiento e interfiere en la vida diaria.Los resultados de la investigación , codirigida por la UNSW Business School y la UNSW Medicine, ofrecen información para que los sectores de la atención sanitaria y el bienestar desarrollen estrategias específicas. La investigación de la sugiere que el estado civil, las condiciones de vida, los ingresos y la educación se encuentran entre los principales determinantes sociales que influyen en el riesgo de padecer demencia.
El equipo de investigación desarrolló una "puntuación de riesgo social polivalente" para evaluar el riesgo social general. Esta puntuación agrega 19 determinantes sociales de la salud en cinco dominios. La puntuación varía de 0 a 10, y las puntuaciones más altas indican un mayor riesgo social.
Para el estudio, los investigadores analizaron datos longitudinales a largo plazo de adultos mayores para explorar la relación entre los factores sociales, incluido el estado civil, las condiciones de vida y los ingresos, y el riesgo de desarrollar demencia.
Los niveles de ingresos más altos también se asocian con un menor riesgo de demencia ya que suele estar asociado con un mejor acceso a la atención sanitaria, entornos de vida más saludables y niveles más bajos de estrés crónico. En cuanto a la educación, los niveles más altos de educación están vinculados a una mayor reserva cognitiva, lo que puede retrasar la aparición de los síntomas de demencia al hacer que el cerebro sea más resistente a los daños.
Los investigadores afirman que estos hallazgos tienen implicaciones importantes para las empresas y los lugares de trabajo, especialmente en los sectores de la salud y el bienestar, donde el bienestar de los empleados está directamente relacionado con el desempeño laboral y la salud general. Centrarse en la reducción del riesgo de demencia no solo puede mejorar la salud de los empleados, sino que también aporta ventajas económicas a las empresas.
Esto lo hace especialmente relevante para los sectores que tratan directamente con la salud y el bienestar, donde la demanda de medidas preventivas es mayor. La investigación sugiere que las empresas deberían mirar más allá de simplemente promover la salud física e integrar intervenciones sociales en sus programas de bienestar.
Al mejorar el estilo de vida y los factores sociales en el lugar de trabajo, las empresas pueden mejorar el bienestar de la fuerza laboral y ayudar a las poblaciones que envejecen. La investigación revela una idea muy importante: las conexiones sociales y los hábitos diarios podrían ser la mejor defensa del cerebro contra la demencia.
Los investigadores esperan que estos hallazgos alienten a las empresas a considerar los factores sociales al desarrollar programas para poblaciones que envejecen y alienten a las personas a priorizar las conexiones sociales junto con la salud física.
Los hallazgos, fueron publicados en el Journals of Gerontology.