Revista Política

Facturas online, ¿truco o trato?

Publicado el 01 noviembre 2021 por Civeperez

 Cuando depositamos los residuos sólidos urbanos en los correspondientes contenedores, entregamos gratis et amore una valiosa materia prima a los fabricantes de envases reciclados. Y no solo lo hacemos a coste cero, sino que efectuamos el trabajo de separarlos. Un trabajo no remunerado.


Más cómoda, rápida y en un solo clic: ¡Pásate a factura online! Con mensajes de este tenor me animan las distintas compañías telefonía, gas, electricidad, etc. con las que tengo contratado los respectivos servicios de suministro para que abandone la tradicional factura en papel que me empeño en mantener.

A estas ventajas, podríamos añadir las teóricamente medioambientales: ahorro de papel y energía de envío. Teóricamente, digo, porque no tengo a mano en este momento el balance energético de tal ahorro para saber si el mismo compensa el consumo de energía eléctrica de los gigantescos servidores que canalizan el ingente tráfico de datos y de mi propio ordenador personal. Y en cuanto al mensaje subliminal 'salvemos los bosques', por lo que a mi factura respecta bien salvados están, puesto que, una vez comprobadas y archivadas durante un tiempo por si hubiera que efectuar alguna reclamación, me desprendo de ellas en el contenedor del papel usado de la esquina.

Lo que sí es un hecho cierto es que dejar de enviar por correo postal una factura en papel supone un ahorro de coste para estas empresas en cuestión. Pero, curiosamente, a ninguna de ellas se le ha ocurrido añadir a las pregonadas ventajas otro seductor incentivo: descontarme ese ahorro del importe de mi factura; o al menos, compartirlo. Mitá pa tì, mitá pa mí.

Por lo demás, me considero un ciudadano ejemplar, que al depositar mis residuos urbanos en los correspondientes contenedores, entrego gratis et amore  materia prima a coste cero a los fabricantes de envases plásticos, de vidrio o de papel reciclado. Y no sólo eso, sino que me tomo el trabajo de separarlos.

¿Qué maravillosa alquimia ideológica ha obrado en este proceso de eliminación de residuos para que yo haya renunciado a obtener una parte de beneficio, por mínima que fuera?

Tengo edad suficiente para recordar que, cuando yo era niño, una forma de obtener una eventual propinilla consistía en apilar los periódicos atrasados de la casa, atarlos con un cordel y llevar el paquete al chatarrero, que los pesaba y me daba unas monedas por ellos. Como también recuerdo que, siendo ya adulto, puede que no hayan pasado ni tres décadas desde que la compra de bebidas embotelladas –cervezas, limonadas, etc.— tenía un precio distinto si la adquiría tal cual o si entregaba en la tienda el envase vacío, el 'casco', hablando coloquialmente. Cuyo importe era descontado del precio de venta.

Pues bien, hoy en día, en esta feliz economía neoliberal cuya liturgia venera el precio de las cosas, esta compensación por el valor de los residuos se ha esfumado como por arte de magia. La mayor parte de la ciudadanía entrega a coste cero unos envases que no sólo poseen un valor como materia prima, sino que, además, nos fueron repercutidos en el precio de compra de producto envasado.

Pero reparemos en un detalle: no sólo regalamos materia prima, hecho que hasta tendría un pase aplicando el criterio de 'total, si lo iba a tirar de todas formas', sino que me tomo el trabajo de separarlos.

A través de esta alquimia ideológica se ha conseguido que nadie repare en esa productividad oculta que aporta cada persona cuando actúa como prosumidor (productor-consumidor) que, al adquirir un bien o servicio, desarrolla alguna fase de su proceso de producción.

Es el caso de la separación de los residuos urbanos, que en caso de que fueran entregados en bruto al cubo de la basura tendrían que ser clasificados por operarios retribuidos con un salario.

El sistema do it yourself (hágalo usted mismo delega la ejecución de una parte del trabajo en el consumidor, ahorrando así mano de obra en autoservicios de hipermercados, gasolineras y cajeros bancarios automáticos. En ellos el prosumidor trabaja gratis en beneficio del vendedor. Y lo mismo sucede en los procesos de compra online de productos o servicios que realizamos desde nuestros ordenadores o teléfonos móviles personales.

Una vez descubierto el truco, ¿hacemos un trato?

Texto en curso de redacción


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