Revista Diario
Hace unos días llegó a casa la factura del gas, es una de esas facturas que te dejan los ojos como platos, por su elevado importe. Como cada año, este es el pico más alto, los meses en los que consumimos más energía por el frío. Y es que, no sé vosotros, pero para mi tener una temperatura constante y agradable en casa es fundamental. Pongo el termostato a una temperatura y me olvido. Con los tiempos que corren, por desgracia, una primera necesidad como esta, supone un lujo para muchas familias. La crisis se deja notar, y escuchas este tipo de noticias en la televisión, que hay familias que han de cortar la calefacción. Pero también puedes empezar a oirlo en la calle.
Comparando las gráficas de consumo de años anteriores con respecto a este, os aseguro que hemos comprobado que en nuestra casa se paga mucho más. La energía ha subido, a pesar de la crisis, del paro, de que los sueldos no suben. Pero aunque podemos apretarnos el cinturón en otras cosas, ¿cómo hacerlo con la energía? Yo utilizo en casa gas natural, el cual es imprescindible para cocinar, para tener agua caliente, para la calefacción.
Recortar –esa palabra que tanto se utiliza últimamente- en el bienestar familiar se me hace difícil. Puedo prescindir de salidas, de compras o de otras cosas. Pero por el momento mi casa es mi templo, y aquí tenemos derecho a vivir como reyes.
Pero todo ello, lógicamente, conlleva unos gastos que debemos asumir. Me consta que hay familias que han prescindido de algunos añadidos, como pueda ser el servicio de mantenimiento. Yo tengo ese servicio desde los inicios. Siempre he sido muy miedosa con este tema, a pesar de que tenemos una de las calderas más seguras –caldera estanca-. Cada invierno escuchamos como se producen accidentes en los hogares por culpa de una caldera vieja, o una caldera que no cumplía con los requisitos mínimos de seguridad. Cuando vinimos a esta casa a vivir, este servicio se incorporó a nuestra cartera de facturas, y no me arrepiento. Especialmente ahora que ya tiene unos años y algunas piezas comienzan a fallar. Llamar a un técnico siempre nos hace sudar, pensamos en mano de obra, precio por visita, piezas…. Hace un mes no nos salía apenas agua caliente, así que llamé a este servicio. Al día siguiente se presentó el técnico, me resolvió el problema y de paso hizo la revisión anual a la caldera. Solo cobró el importe de la pieza nueva que puso. Para mi, eso es ahorro. Pero lo más importante, es seguridad.
Conclusión: el ahorro familiar en los tiempos que corren es vital, pues nuestras facturas se han inflado considerablemente y nuestros sueldos están igual o más bajos. Pero hay ciertos servicios de los que no debemos prescindir por dos motivos: seguridad y bienestar.
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