El viernes pasado estuve en un pueblo cerca del cantòn de Ginebra y de las montanas del Jura. Enero en Suiza es muy chungo, y hay tardes que recuerdan a un poema triste de Neruda: “la tarde es gris y la tristeza del cielo se abre como una boca de muerto”.
Hacìa unos dìas habìa escuchado de nuevo a un tipo de Zurich que me desespera, cada vez que sale el tema de estar en los primeros puestos de un “ranking” de las ciudades con mayor calidad de vida del mundo. Estos rankings solo tienen en cuenta la tranquilidad de espìritu de tener trabajo y vivir en un paìs seguro, porque a los que venimos de paìses de mierda pero con climas màs dulces como es mi caso, este cielo que inunda el campo de color gris, con gente vestida de gris, que habla bajo y anda ràpido para que el aguanieve no les cale, nos deprime! Para que os hagàis una idea, he visto a madres que llevan a los ninos al parque después del cole vestidos con reflectantes porque a las 4 de la tarde ya era de noche…
A pesar del tiempo, afortunadamente tengo mucho trabajo que me ocupa mentalmente y me quita fuerzas de escribir en el blog. Pero a pesar de la ausencia y de mis problemas con el teclado para puntuar correctamente en castellano, no creàis que abandono.