Revista Opinión

Fairmont rey juan carlos i (barcelona)

Por Candreu
FAIRMONT REY JUAN CARLOS I (BARCELONA)
FAIRMONT REY JUAN CARLOS I
Avenida Diagonal 661 - 671
08028 Barcelona 

Habitación: 616

Fecha de entrada: 23/11/15 
Tarifa: 
A la entrada de la Ciudad Condal, a un pie de donde la Avenida Diagonal se convierte en ruidosas autopistas, entre el Palacio de Congresos y el campo del Fútbol Club Barcelona, en un enorme espacio de terreno rodeado de pequeños jardines y bares... que deben estar en obras (aunque ningún cartel indica nada). Accedemos de noche directamente hasta el parking del hotel. Esperábamos en un 5 estrellas que alguien se hiciera cargo de nuestro vehículo y nos ayudara con las maletas pero no encontramos señalización alguna del valet. 

El garaje es muy luminoso y da la sensación de estar recientemente pintado. Por un metálico ascensor (quizá recubierto así para no dañar las paredes) accedemos a un espacio algo oscuro, con moqueta negra en el que a la izquierda encontramos la conserjería, en el centro varias salidas del hotel y una mesa con toallas y agua preparadas para la gente que vaya a correr por la mañana; y a la derecha, tras unas puertas de cristal, la recepción. En ella un largo mostrador atendido por dos personas. Junto al mostrador hay una zona con cafeteras y agua embotellada, entendemos que de cortesía para los viajeros, pero nadie nos ofrece disfrutar de ello. Tediosos trámites con el ordenador pese a lo tarde de la hora: el DNI, el código postal, la tarjeta de garantía... Todo bastante seco y distante. Piden tantos datos y cosas que al final se nos olvida preguntar por el wifi, que es gratuito y funciona estupendamente bien. Solicitamos la posibilidad de pagar por adelantado la tasa turística y el parking y sorprendentemente nos dicen que es imposible.   

Volvemos sobre nuestros pasos casi hasta la conserjería para encontrarnos los ascensores. Hay cinco. Enormes. Muy oscuros y panorámicos. Ascienden rápidamente abiertos al atrio sobre el que se extienden las habitaciones. La parte de abajo del atrio aparece cubierta por una lona (parece que está en obras), y el frontal, allá lejos, deja bonitas vistas de la ciudad de noche. Al salir del ascensor, un recibidor amplio e igualmente oscuro nos separa en dos pasillos. Moqueta en tonos marrones y salmón y las habitaciones puestas como en diagonal, bastante separadas una de la otra. Puertas de madera oscura y molduras del mismo tono entre puerta y puerta.

La puerta se abre automáticamente insertando la tarjeta en una ranura que hay a la izquierda de la misma. Moqueta azul en el suelo, bastante bien cuidada. Un pasillo algo estrecho y curvo nos recibe tras insertar la tarjeta en otra ranura para activar la iluminación. A la izquierda varios interruptores y la puerta del baño. A la derecha un armario con el minibar, un espejo de cuerpo entero sobre una puerta cerrada que comunica con la habitación contigua y un armario ropero bastante bien vestido con un buen surtido de perchas y cajones. Falta, como debería ser en un cinco estrellas, el calzador, el lustrazapatos, un kit de costura... Todo ello en una madera clara y brillante. Algo caduca y decadente. 

Otra puerta nos separa del dormitorio. Amplisimo. El espacio es un lujo. Al fondo una enorme cristalera con espectaculares vistas de la ciudad iluminada. Unas cortinas amarillas, un visillo y un foscurit algo desvencijado no impiden que la luz entre por la mañana a través de la gigantesca ventana. En ella hay otra ventana un poco más pequeña que se puede abrir. Mejor dicho, que no se puede cerrar. Está rota y se queda permanentemente sin cerrar, entrando por la rendija que queda algo de ruido del exterior (hay poco, la verdad con tanto jardín que rodea el edificio, un picadero, campos de deportes, una piscina...) y sobre todo viento y frío. Bajo la ventana una rancia y desgastada butaca en tonos amarillos con un cojín con el logo del hotel.

A la derecha de la puerta encontramos un enorme maletero de madera rojiza con moqueta en tonos rojos y azules, y a continuación un enorme escritorio, de madera clara, en el que no hay enchufes para el portátil. Sí que hay una pequeña lámpara de escritorio de luz más bien tenue, un teléfono y un vade. Sobre el escritorio un espejo redondo. A continuación hay una pequeña mesa, junto a la papelera y luego un armario de media altura, y de madera clara donde se encuentra la enorme caja fuerte, bastante antigua, aunque con pinta de ser segura. Sobre ella, un enorme plasma. 

FAIRMONT REY JUAN CARLOS I (BARCELONA)

La cama aparece enmarcada en un cabecero que combina madera clara y oscura y del que salen dos mesillas que se iluminan. En cada mesilla hay una consola con un montón de botones para controlar las luces de la habitación. Las lámparas de las mesillas, las lámparas sobre las mesillas y las luminarias del techo. La luz es correcta y hace acogedora la estancia, aunque aprender a manejar todos aquellos botones cuesta un rato. En la pared en la que reposa la cama, tres cuadros, y junto a ella un curioso galán de noche. Que un hotel de cinco estrellas sólo disponga de un enchufe libre en toda la habitación, y que este además esté situado entre la cama y la ventana, bastante alejado de la primera, con lo que no podemos dejar el móvil cargando sobre la mesilla, resulta bastante chocante. 

La cama es confortable. Amplia para ser individual, algo estrecha para ser doble. La lencería es suavísima y ligera y las almohadas bastante confortables. A los pies de la cama se extiende un plaid amarillo y azul algo desgastado. Sobre él, una bandera de madera con varias revistas de la cadena, documentación del servicio de limpieza y el enorme mando a distancia, bastante obsoleto, para la televisión. El colchón es confortable. La insonorización interior es de 10. Y la exterior, de no ser por el silbido del viento por la ventana entreabierta sería formidable. El aire acondicionado funciona ruidosamente manejado desde un complicado display digital de color negro. 

Aunque el espacio es enorme y hay un ambiente de calidez, todo rezuma un aire a caduco, antiguo y trasnochado.

FAIRMONT REY JUAN CARLOS I (BARCELONA)

El baño tiene una forma extraña, como triangular. Todo él vestido en mármol color arena. Todo bastante cuidado, pero en algunos detalles vuelve a relucir lo rancio y decadente. En uno de sus vértices estaría la puerta. Enfrente una pared de espejo bajo el que se sitúa una enorme bañera con una moderna grifería y un artilugio metálico en el que se sitúan las toallas de baño. En la otra pared, tras una puerta corredera de cristal opaco, algo vieja, el inodoro y el bidet, en porcelana blanca. Junto a ellos, con otra puerta corredera, una cabina de ducha triangular. No muy grande, pero suficiente de espacio, con una gran alcachofa anclada a la pared. El caudal es generoso así como la presión y la temperatura, aunque el agua salga por la alcachofa de forma un tanto "desordenada". 

FAIRMONT REY JUAN CARLOS I (BARCELONA)
En forma de luna, en la otra pared, una encimera de granito con el lavabo. Sobre él otro espejo enorme hasta el techo. Todo muy bien iluminado. Un secador de pelo, un espejo de aumento, un teléfono, dos vasos de cristal, y una bandeja sobre la que se presentan las escasas amenities cuatros botecitos de champú, gel, acondicionador y leche hidratante de una marca británica. Junto al lavabo blanco dos toallas de manos, y colgando de la encimera dos toallas de lavabo. La lencería en general es correcta. Las toallas muy grandes y mullidas. Los albornoces, que se presentan doblados en un toallero sobre la bañera quizá estén pidiendo un cambio.

Por la mañana el desayuno ofrece un interesante surtido de zumos, platos calientes (huevos fritos, revueltos, salchichas, bacon, tomates, verdura...), fiambres, quesos, salmón, variedad de panes y bollería recién hecha, y café de Nespresso. Todo bastante correcto, quizá algo justito para ser un cinco estrellas, pero sobre todo servido en un enorme salón de techos altísimos con un montón de mesas grandes amontonadas que hacen del desayuno un jolgorio ruidoso y hasta cierto punto incómodo.

En la recepción, la despedida contrasta con la llegada. Todo simpatía, todo atención, todo preocupación por nuestra estancia y nuestro viaje. Se agradece que ni siquiera preguntan por el minibar.   

Calidad/precio: 

Servicio: 7
Habitación: 7 
Baño: 8.5
Estado de Conservación: 6
Valoración General: 7.5

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