Hace algunos días salto a los medios de comunicación de nuestro país el caso de un padre que presentó una queja formal a su centro de salud después que la pediatra a la que acudía por una inflamación de garganta de su hijo, le recetase homeopatía. Lo “gracioso” del caso, no esta sólo en el hecho que le enviase a una determinada farmacia a por un preparado homeopático (bastante sospechoso), sino que encima el padre es investigador del CSIC. Posiblemente esta doctora, ya lo había hecho innumerables ocasiones, pero el padre proclamo justicia social en las redes y ha saltado la noticia como un polvorín.
Recordemos que la “Medicina Homeopátíca” como postgrado se eliminó de los planes de estudios académicos de algunas Universidades españolas entre ellas la de Barcelona en el 2016. La institución se apoyó en su decisión de enterrarla en la creencia que no se podía considerar una ciencia en el sentido estricto de la palabra.
Pero cuidado, lo más grave del suceso, no es el producto homeopático con evidente efecto placebo, lo realmente trascendente del caso es la persona quien lo recetaba, que pisoteaba el código deontológico médico poniendo en peligro la salud de sus pacientes.
Desde estas líneas quisiera denunciar, no sólo este suceso, sino tantos miles que noticias, tips o consejos que nos inundan con más frecuencia de la deseable en las redes sociales y los mensajes y que muchas personas podemos llegar a confiar ciegamente en ellas. Lo peor de este “ruido” es que nosotros mismos podemos llegar a servir de lanzadera para ayudar a propagarlo, con lo cual el bulo podría expandirse en progresión geométrica.
Realmente podría ser peligroso cuando lo que nos estamos jugando es la salud. Confiamos ciegamente en aquello que nos llega a través de la tecnología, pero también de lo que alguien nos dice porque lo ha leído en tal o cual medio. Ejemplos los tenemos en la alimentación por ejemplo con las bebidas detox, comer determinados alimentos por unas propiedades anticancerígenas, etc. Abusar de estos, infravalorando nuestra alimentación nos puede poner en riesgo. No olvidemos que es necesario no descuidar nuestra alimentación que ha de ser equilibrada en todos los alimentos para alcanzar unos niveles de aportes de nutrientes, vitaminas y oligoelementos óptimas.
Pero también recordemos que hay modas que no traen nada bueno consigo. Personas que sientan dogma de fe con creencias totalmente equivocadas, por ejemplo aquellos que están en contra de vacunas a sus hijos pequeños.
Los insensatos padres, que niegan el derecho a una vacunación a sus menores, no sólo pone en peligro a estos sino que podría traer un desenlace para la salud pública nefasto. El caso salto más dramático que saltó a los medios de comunicación fue el del niño de Olot (Girona) y que murió tras pasar por una Hospitalización en el Vall d’Hebron de Barcelona. El niño falleció tras serle diagnosticado difteria, enfermedad que teníamos erradicada desde 1987 gracias al calendario de vacunación.
La difteria es una enfermedad infecciosa aguda epidémica causada por una bacteria Corynebacterium diphtheriae o bacilo de Klebs-Löffler. Provoca la aparición de falsas membranas que se van formando en las superficies mucosas, como vías respiratorias y digestivas. Habitualmente afecta a las amígdalas, el miocardio, a nariz, la garganta, la piel o las fibras nerviosas y produce tos, estornudos, dolor muscular y de garganta, con graves dificultades de respiración y con ella la muerte en un 5-10% de los casos. Su gravedad hace que sea importante la vacunación, pues incluso durante el episodio puede liberarse una toxina que afecte al corazón, cerebro, etc. Además es contagiosa durante sus dos primeras semanas y su recuperación no siempre produce inmunidad duradera.
El caso del suceso de Olot, desafortunadamente no es aislado, existe una corriente anti-vacunación de padres que no conocen los riesgos que supone no seguir un programa de vacunación para su prole. Esta desinformación podría volver a rebrotar enfermedades que estaban prácticamente erradicadas. Debemos conocer estos riesgos por la salud de todos.
Los grupos antivacuna han provocado que resurgieran brotes de sarampión en Europa. Los seguidores de estas corrientes sostienen como base de su pensamiento que las vacunas no son tan necesarias, que son protocolos sanitarios que persiguen enriquecer aún más a la industria farmacéutica.
Hemos visto que todos estos bulos o fake news, quitando los que tienen un trasfondo humorístico, no traen nada bueno consigo. Ponen en peligro a nuestro entorno más próximo familiar y social. Por tanto para luchas contra la ignorancia será necesaria la enseñanza. Será función de padres, tutores, educadores y profesores las de transmitir el sentido crítico a los niños y adolescentes para que desde temprana edad sepamos discernir lo verdadero y aquello que tiene una base científica sostenible de todo lo que sean patrañas, falsedades e incluso bromas de mal gusto.
El hombre del siglo XXI, consume o más bien devora, mucha información, que llega de canales de dudosa credibilidad. No me refiero solo a mensajes de texto o redes sociales, sino también a numerosas páginas web, blogs, etc. que no muestran claramente las fuentes de información que han de ser manifiestamente contrastadas, fidedignas y de procedencia científica fiable. Por tanto, la información ha de ser verificada por el lector y obtenida de un medio claramente serio y riguroso (por ejemplo una revista científica). Pensemos que todo lo que nos llega a de ser filtrado, no sólo por nuestro bien sino por el de todos en los que podemos influir más tarde.