Debo ser una persona bastante vaga y bastante cómodo. Sí, me confieso. Soy vaga y cómoda porque cuando llega la mañana y yo voy entre la oscuridad buscando qué me voy a poner (entre la oscuridad porque Mr.Paulson duerme mientras yo levanto el país desde primera hora, él aporta al bien del mundo un poquito más tarde que yo), con la luz del pasillo encendida o directamente con la linterna del móvil, no se me ocurre nunca otra cosa que recurrir a los adorados vaqueros o a los leggins (y estos han entrado hace poco en mi vida pero están siendo una prenda estrella en mi armario).
Día sí y día también, jeans
Es decir, que voy a lo cómodo y no lo pienso demasiado. Es lo bueno de no tener que ir muy peripuesta al trabajo. El drama comienza después, una vez que he salido a la calle. Voy directa al tren con mis jeans, mi abrigo calentito, mi bolso donde me entre todo y no tener que cambiarlo cada día según el color, y cualquier jersey invernal que he cogido sin mirar con la tenue luz de la que dispongo. A veces con el pelo decente y otras veces con una coleta que me quita el pasarme la noche antes secándome una cabellera digna de Rapunzel que me quita mucha energía y tiempo. Así es como voy paseando con cara de sueño por Milán. Entonces…. ta ta ta chaaaannnnnnnnn… veo al resto de féminas milanesas por la calle y me maldigo a mi misma por ser tan vaga.
Después de pasar muchos meses viendo al resto de mujeres estupendas ir a trabajar como si estuviésemos en la semana de la moda, conseguí que mi cuerpo aceptara el maquillarme un poquito cada mañana para tener un aspecto un poco menos de… “deshecho social”. Así que esa etapa a día de hoy la tengo controlada.
Nueva etapa en Milán
Sin embargo ahora ha llegado una nueva etapa a mi vida milanesa. Yo no se si es una cosa de España, de Madrid, o de mis alrededores, que pudiera ser, pero los pantalones son la prenda por excelencia en mi armario. Son cómodos, calentitos en invierno y no tienes que estar con las piernas cerradas todo el tiempo para que no se vean tus interiores más secretos, además de que no tienes que estar pendiente en cada momento si un pelito rebelde quiere crecer en tu suave y lisa piel. Bien, pues desde que he llegado a Milán no hago más que ver faldas. Faldas por aquí, faldas por allá, verano, invierno, con la nieve, con la lluvia, con los mosquitos… En Milán gustan las faldas y no diré que no me parece estupendo. Las faldas son un prenda muy femenina y muy sensual (siempre dependerá de qué falda y de cómo se lleve claramente, alguna vez he tenido que arrancarme los ojos después de ver ciertas imágenes en la calle), y mis compis de trabajo tienen la teoría de que cuando llueve mejor no llevar pantalones que se te acaban mojando, mejor llevar una falda o unos shorts (claro que teniendo en cuenta que en Milán llueve como cuando el Arca de Noé, todo el día les toca falda sí o sí) pero las faldas son más problemáticas que unos simples vaqueros.
Planificando nuevos outfits
El caso es que al final, después de ver tantas faldas por doquier… sólo veo piernas y faldas en mis sueños… mi subconsciente me está dando señales. Esas señales son un claro deseo de… “yo también quiero falda, siiiii, fiesta de las faldas”… y me he rendido a los encantos de enseñar más las piernas. Más bien diré que me he propuesto hacerlo más a partir de ahora. Para ello, este fin de semana me he hecho con un cargamento de medias para poder lucir piernas sin que me salgan estalactitas alrededor. Y las medias son un complemento que adoran por aquí. Creo que hay tantas firmas de ropa interior italianas (intimissimi, calcedonia…) porque como enseñan tanto las piernas hay que hacer mucha variedad de medias y calcetines. Calcedonia es un gran ejemplo, el paraíso de los calcetines y las medias… de todos los colores, de todos los tejidos… les encantan!! Si yo lo máximo que me permito (soy así de sosa) son medias con colores neutros, aquí se atreven con medias decoradas de todas la clases. Esa etapa tan atrevida no me ha llegado aún, si un día entrara en mi vida os lo contaría claramente.
De momento soy feliz con mi cargamento de medias gorditas anti-frío milanés y mi propósito de vestir más faldas y shorts en invierno.
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