Portada del Concierto en Programas musicales y autógrafos
Como avanzaba vía teléfono móvil (o celular como le dicen al "otro lado del charco") me escapé a Avilés a escuchar tras muchos años a mi amigo y ex-profesor Amador Fernández Iglesias, al que recordaba hace un par de días. El programa me animó a recorrer los 56 kms. desde Mieres a la Villa del Adelantado sobre todo por Albéniz al que la Sociedad Filarmónica Avilesina rendía "tributo" en su centenario.Programa del Concierto, en Programas musicales y autógrafos
Cierto que los recuerdos con el paso del tiempo pueden magnificarse, y aunque le escuché varias veces en solitario o con la OSPA, tenía mucha ilusión en volver a oirle con sus "especialidades españolas" que le han dado tantos triunfos. Pero desconozco las razones por las cuales Amador Fernández no estuvo hoy como esperaba. La entrada para lo que es el aforo de la Casa de la Cultura de Avilés rondaba casi los tres cuartos y la media de edad alta (tristemente no hay público joven para la música culta y NADIE TOMA MEDIDAS), pero con menos toses de las que estoy acostumbrado en Oviedo. Hay mucha tradición musical en mi "segunda casa", pero más coral y sinfónica que de cámara, aunque pese a todo bien para esta velada con un Steinway perfectamente afinado por mi amigo Jesús Ángel Arévalo. La sensación es que fue un concierto para "cubrir expediente", pues no me creo de Amador que diferencie auditorios, plazas o públicos. Simplemente cumplió (y para mí no sobradamente) pese al mayor respeto que merece todo artista que se sube a un escenario.Sin buscar más explicaciones ni ¿disculpas?, la primera parte me "falla con Falla" y perdón por el juego de palabras tan fácil, pero me resultaron extraños, al menos para mí, los "lapsos" de memoria (y/o dedos) en la Aragonesa de las Cuatro piezas españolas del gaditano, así como en la Primera danza española de las Danzas de "La Vida breve". Y si bien reconozco que las reducciones para piano de obras orquestales, aunque lo sean por el propio compositor, no suelen resultar tan plenas sonoramente, no hubo la tensión suficiente ni la "conexión emocional" con ellas, o al menos como apuntaba en el "avance de Pablo Siana móvil", conmigo no conectó faltó "pellizco", "duende" o como lo quieran entender, llamar, comprender...
Justo lo contrario que me esperaba en la segunda parte, una de las obras más complejas no sólo técnica sino sonoras de la literatura pianística, que curiosamente, han dado y siguen dando lugar a múltiples arreglos orquestales (orquestaciones si lo prefieren) por su densidad en la escritura, lo que demuestra que la Iberia de Albéniz sigue siendo la piedra de toque para cualquier pianista que se precie.
Como quiera que el ambiente me resultaba andaluz y torero, primero Falla y ahora Albéniz, esperaba de nuevo que "el maestro transmitiese" en esa Evocación o en la Rondeña, tan taurina como su plaza, pero no, me quedé con las ganas. No recordé la calle Sierpes con El Corpus ni me dejé acunar por el Darro camino de El Albaicín.
El Toro de OSBORNE, en De todo un poco
Todo muy "aseado" pero no muy pulcro, falto de gusto "torero", sin "transmitir", recordándome al apodado como "El Faraón de Camas", Curro Romero, de quien sus seguidores recuerdan lo mejor -de memoria cual alineación de su equipo favorito- y le perdonan lo peor -como a su equipo favorito- porque se conforman con "aquél pase de pecho al tercero de la corrida de Resurrección del 80 en La Maestranza", "la verónica en el toro que cerró plaza de la Feria de San Isidro del aquél día de mayo"...Si se me permite el simil, me quedo con un fraseo en la mano izquierda de Almería, un rubato excelente a mitad de la frase central de Evocación, o la nota vibrando con el pedal de El Puerto. La faena a "los Albéniz" no fue ni siquiera de "silencio" pese al aplauso del respetable, ni siquiera hubo "división de opiniones" (salvo la mía, que parezco estar en el Tendido Siete). Y el "regalín" del Intermezzo de Manuel Ponce no le iba a abrir a mi diestro -perdón, pianista- "la puerta grande", así que tendré que seguir siendo amadorista (que nunca currista).