Por fin ha llegado el momento que estabais esperando con ansiedad: el fallo del tercer concurso #ArquiRELATO.
Los tres miembros del jurado hemos sido Ekain Jiménez Valencia y yo como organizadores y María Luisa Valls Alguacil como ganadora de la segunda edición, quien de manera muy generosa se ha prestado a esto y nos ha sido de gran ayuda.
Una vez cerrado el plazo de presentación el 31 de mayo, los miembros del jurado procedimos a leer todos los arquirrelatos presentados (muchísimas gracias a quienes os habéis animado a mandar el vuestro) y posteriormente tuvimos un encendido debate porque de inicio, como debe ser, no había unanimidad.
Tras varias rondas y desempates hemos decidido otorgarle el premio a...
JOSÉ LUIS OLIVER. Título: "Orgánico". [No era necesario titularlo, pero él lo ha hecho]
Era difícil salir airoso del tema propuesto. Un tema sin solución, y el jurado ha pensado que el ganador ha dado una salida inesperada y provocativa.
Os recordamos el planteamiento:
La crisis de la vivienda acecha a tope, aquí y allá. Entre los pisos turísticos y los trasteros de 13 metros cuadrados que se ofertan en idealista, la sociedad está desesperada.
Como experto-a en vivienda que eres te han invitado al último SIMPOSIO INTERNACIONAL SOBRE LA VIVIENDA DEL FUTURO. Tu intervención es la más importante y está programada justo después de comer. La comida ha sido copiosa y te acabas de meter entre pecho y espalda medio litro de licor de hierbas. Confundido-a por las ideas que habías estructurado perfectamente, subes al atril entre aplausos y lanzas las siguientes propuestas para la vivienda del futuro:
"Presidente del Gobierno, Secretario General de la ONU, apreciados señores y señoras, esto es lo que (hic) propongo para dar solución al problema de la vivienda:"
Y este es el #arquiRELATO ganador:
Presidente del Gobierno, Secretario General de la ONU, apreciados señores y señoras, esto es lo que (hic) propongo para dar solución al problema de la vivienda.
Hizo entonces una pausa, más etílica que solemne, y con una sonrisa casi imperceptible se bajó los pantalones, los calzoncillos y comenzó a defecar.
La audiencia gritaba mientras un zurullo brillante y aceptablemente geométrico se posaba, casi sin hacer ruido, sobre el parqué impoluto.
Cuando los dos guardias de seguridad se lo llevaron arrastrando por el escenario – en aquel momento le parecieron muy elegantes – y uno le decía: guatdefac men al tiempo que le colocaba pudorosamente su chaqueta sobre el vientre, empezó a pensar que tal vez el mensaje de que el problema de la vivienda pasaba por una reconexión desde el cuerpo, desde lo orgánico con la naturaleza, no había llegado del todo a los oyentes con ese gesto. Igual había sido demasiado sutil.
Y el caso es que en el bar parecía una buena idea.
(Enhorabuena. Nos pondremos en contacto con él y con nuestra patrocinadora, Ediciones Asimétricas, para que le haga llegar el premio, aparte de que Ekain le enviará su libro El hombre del sombrero dedicado).