El avión que llevó al presidente a ver un concierto en Castellón quemó casi tres mil litros de queroseno, que vertieron a la atmósfera como cientos o tal vez miles de coches diésel. No.
Resulta verdaderamente chocante comprobar cómo hay criaturas políticas que alardean de su preocupación por la ecología y, a la vez, manchan y contaminan con total despreocupación; e idénticamente ocurre con otros ‘ismos’ que suelen enarbolar dirigentes y representantes públicos, quienes en su quehacer diario se comportan contrariamente a lo que proclaman Es curioso pero en la actualidad da la impresión de que lo importante es lo que se dice, lo que se manifiesta en público, y no lo que realmente se hace; es decir, parece no tener mayor repercusión la evidente contradicción entre las palabras y los actos de los profesionales de la política. Esto se ve a diario casi en cada individuo, pero se salta a la vista en la esfera de los que viven de gestionar lo público.
El actual Gobierno de España ha gritado a los cuatro vientos que una de sus grandes preocupaciones es la contaminación, los vertidos de CO2 y otros gases que causan efecto invernadero, de modo que anunciado más impuestos, más restricciones y la proscripción de turismos a gasoil en los próximos años. Sin embargo, casi todos los integrantes de ese gobierno conducen coches con motor diesel, grandes, viejos y contaminantes. Asimismo, el presidente de ese gobierno usa el avión presidencial para fines privados (también el helicóptero) y casi siempre teniendo alternativas más limpias y baratas; tal vez nadie le haya explicado que el queroseno que consume el reactor (casi 3.000 litros por hora en trayecto corto) contamina más, mucho más que cientos, tal vez miles de coches diesel…, aunque es difícil creer que él no lo sepa. Es un caso evidente de la hipocresía del político y de que, realmente, la contaminación y los vertidos de CO2 a la atmósfera les importan un pimiento. En definitiva, su supuesto ecologismo es más falso que un euro de madera.Algo parecido puede decirse de colectivos y políticos y políticas feministas. Se rasgan las vestiduras por sutilezas de lenguaje y por lo que denominan ‘micromachismos’ y, sin embargo, se callan como muertos (y muertas) ante las dos mujeres que fueron apaleadas en Barcelona por exhibir una bandera; ni dirigen una palabra de apoyo a las mujeres acosadas, insultadas, amenazadas o agredidas si son de partidos políticos rivales; ni, por supuesto, manifiestan repulsa ante los evidentes y continuos machismos en muchos países de cultura musulmana; y jamás se les ocurre decir una palabra en contra del agresor si es una agresora. Al igual que en el caso anterior, su feminismo es falso, selectivo, pues sólo se activa cuando las víctimas son de su camarilla, de su bando o de su ideología política. En definitiva, el verdadero feminismo, que no entiende de partidos o credos y atiende a toda mujer maltratada, no les importa nada. Otro modo de ver lo que les importa a los políticos y políticas el bien común es escuchando las gruesas e indignadas palabras que vocean contra la corrupción que salpica a militantes de partidos rivales, y contrastarlas con el silencio o la justificación que otorgan a los presuntos si se trata de correligionarios y colegas de partido. Es decir, la corrupción se la trae al pairo, sólo les molesta la de los demás, no la de los camaradas. Y así se podría seguir analizando lo que dicen y lo que hacen en otros campos o ‘ismos’, a quién acusan y a quién exculpan por hechos idénticos. En fin, hay que entender que a las personas que se dedican profesionalmente a la política lo único que les importa, lo único que les preocupa, lo único que los mueve es la propia política, exclusivamente. Lo demás sólo son instrumentos que serán utilizados en interés propio o del partido según las corrientes y pensamientos predominantes en la sociedad en cada momento.En fin, no hay verdadera inquietud por la conservación del entorno si no se empieza por uno mismo. No hay auténtico feminismo si antes de condenar el acto machista se mira a qué ideología pertenece la mujer. No hay preocupación real por la corrupción si sólo preocupa la de los demás. CARLOS DEL RIEGO