Revista Cultura y Ocio

Falsos Dioses, Peter Joseph

Publicado el 14 agosto 2013 por Jordi_diez @iamxa
Falsos Dioses, Peter Joseph Trepidante, sin duda esta es la palabra que define a la novela del señor Joseph. El lector debe aprovisionarse de agua, alimentos, e incluso una sonda, porque la novela no da tregua.
Al estilo de los thrillers de acción, con una mezcla de novela negra y película de guerra de los años ochenta, el autor nos presenta continuos planos de narración armados con diferentes personajes, en diferentes situaciones, todas de riesgo, y los deja, como en las buenas series de villanos de los años cuarenta, con la heroína atada a la vía del tren y el expreso piafando a pocos metros en las últimas líneas de cada capítulo, lo que genera en el lector una agonía y una necesidad de seguir leyendo que hacía tiempo que no sentía.
Falsos dioses es una novela ambientada entre la Alemania nazi y la Francia ocupada, en plena segunda guerra mundial, y a poco de que se empezaran a ver las vergüenzas de la propaganda nazi por parte de los propios alemanes. Ya he dicho en alguna ocasión que no me gustan las novelas de nazis, no me gusta la temática, ya sé lo que hicieron y no quiero saber más. Lo lamento, pero así es como lo siento. Sin embargo la novela del señor Joseph cayó en mis manos por recomendación de una amiga, y la recomendante se guardó muy mucho de comentar este aspecto temático, sabedora de que jamás la habría leído de haberlo sabido, pero por fortuna me adentré en sus letras, y no me arrepiento en absoluto.
El primer capítulo, carente de esvásticas y anzuelo perfecto para lectores incautos, es muy bueno y ya anticipa que la novela va a estar en consonancia. Si bien tenía mis dudas por haber vivido grandes primeros capítulos que daban paso a cientos de páginas que hubiera sido mejor no imprimir, en este caso concreto el autor es honesto y anticipa, como mínimo, que la novela está muy bien escrita y que el ritmo va a ser vertiginoso.
Es sorprendente que la primera novela de un autor esté tan bien hecha, con independencia de la temática o la satisfacción final del lector, porque lo habitual es que a una primera novela se le vean los trucos de carpintería, un tornillo mal ajustado, un estante inclinado, o una puerta mal pulida, pero nada de eso he encontrado en Falsos Dioses. Diálogos correctos, narraciones correctas, sin errores, sin repeticiones, con una prosa elegante y ágil, y un uso del lenguaje adecuado. Desconozco la mano correctora de esta obra, pero si la hay, ha hecho un excelente trabajo.
La novela, coral, no tiene un personaje principal, sino que son varias historias las que se nutren de diferentes personajes, todos creados con acierto y verosimilitud, y que se entremezclan continuamente en los numerosos giros que tiene la narración. Aquí pondría el pequeño pero. Mantener la atención extrema del lector durante cuatrocientas páginas es muy difícil y arriesgado porque corres el riesgo de forzar tanto las situaciones que éstas se tornen ridículas o inverosímiles, y creo que el autor ha rozado esta circunstancia en algunos pasajes de la novela.  
Recuerdo una entrevista que le hicieron a Francesc Miralles, escritor de éxito y de quien presumo como amigo, en la que manifestaba que para construir un buen bestseller es importante que en cada página pase algo. No soy de esa opinión, creo que la pausa es igual de necesaria que la acción para construir una buena historia, porque un exceso de acción al final la convierte en rutinaria, o falsa. No me gusta que una persona esté cuatrocientas páginas al borde de la muerte, ni siquiera en época de guerra, y no por puritanismo, o por no ser factible en la vida real, sino porque creo que al lector hay que darle periodos de reflexión, partes en que pueda digerir la novela, los pensamientos, las motivaciones, los desencadenantes de las acciones que van a llevar a cabo los personajes, y esta parte me ha parecido que el autor no la ha manejado con la pausa que a mí me hubiera gustado. Sin embargo es una cuestión de gustos, no de mala escritura, mala estructura o falla en el argumento. 
Mi opinión sincera sobre la novela es que me ha sorprendido, me ha gustado mucho, mucho más de lo que me esperaba y me ha obligado a largos espacios de tiempo desde que cerraba el libro hasta que conseguía descansar mi mente de la acción, y dormirme, La recomiendo a todo el mundo.
Sin duda, el futuro que aguarda al señor Peter Joseph en este negocio de la escritura lo preveo alentador, muy, muy alentador, y es un autor del que hemos de estar atentos a cualquier movimiento.
Resumen del libro (editorial)
1939: científicos del Ahnenerbe, un departamento especial de las SS patrocinado por Heinrich Himmler, realizan un asombroso hallazgo en el interior de un bloque de hielo. Meses después, una incómoda reunión de burócratas del Gobierno alemán pone en marcha una operación secreta. Dos acontecimientos sin conexión aparente, que sin embargo más tarde confluirán de manera catastrófica.
1943: en su primera misión sobre territorio enemigo, Sandy Smith descubre la crueldad de la guerra al perder a sus compañeros y matar por primera vez a alguien. A pesar de todo, consigue hacerse con una información que puede salvar la vida de miles de ciudadanos británicos, y que debe llevar a Londres urgentemente. Mientras tanto, en Alemania, Mario Weber, nuevo inspector de la Gestapo, se deja llevar por la curiosidad investigando un simple atropello. Lo que parece un caso sin interés alguno pronto se convierte en una carrera contra el reloj, que pondrá a prueba sus convicciones y le obligará a tomar la decisión más grave de su vida. Atormentados por su pasado, ambos enemigos entrecruzarán sus destinos mientras se ven arrastrados inexorablemente hacia la confrontación final.
Las montañas del Tíbet, la Francia ocupada y un Berlín devastado por las bombas son algunos de los escenarios en los que Peter Joseph mezcla magistralmente historia y ficción, en un sorprendente thriller que nos acercará al horror oculto de la Segunda Guerra Mundial y a la imposibilidad de actuar éticamente para quienes estuvieron inmersos en ella.

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