Falta de respeto por las sentencias judiciales

Si dijera que tengo fe ciega en la justicia estaría mintiendo como un cosaco; tengo muchas razones para no creer demasiado en ella, aunque todavía no he hablado de la mayoría de esas razones (puede que algún día lo haga y escriba un libro sobre el tema). Pero crea en la justicia o no, lo cierto es que me asombra (o puede que no tanto, dado el panorama político actual, donde la payasada es la acción más común) que algunos políticos muestren una total falta de respeto por las sentencias judiciales. Pero claro, ¿tengo que recordar que Hacienda, por poner un ejemplo, también se las salta a la torera siempre que tiene ocasión? ¿Cuántas veces sigue encabezonada con su criterio irracional cuando ya ha caído alguna que otra sentencia que contradice sus acciones? Pero bueno, no es de eso de lo que quería hablar hoy.

¿Qué ocurre cuando un representante de la sociedad muestra falta de respeto por las sentencias judiciales e incluso se permite el lujo de romperlas en público además de no acatarlas?

Falta de respeto por las sentencias judiciales. Fuera de aquí deben estar descojonándose de nosotros.

Evidentemente es un mal ejemplo. Es cierto que las leyes no son eternas, y que lo que ayer era ilegal hoy puede no serlo (y viceversa). Tampoco podemos pretender que las actuales leyes no varíen nunca. Lo harán porque todo evoluciona. Y visto así, quizá sea necesario que alguien les plante cara de vez en cuando, pero aun así, aun queriendo entenderlo, me cuesta racionalizar la conducta de ciertos personajillos, porque son personajillos (ni siquiera llegan a personajes).

Me estoy refiriendo en este caso a la orden judicial que prohibía que el Ayuntamiento de Badalona abriese sus puertas el pasado 12 de octubre de 2016, festividad nacional. El asunto es un tanto vergonzoso; primero anuncian que van a abrir a modo de protesta y que incluso lo tenían pactado con los sindicatos (esto último da la sensación de que no era cierto), luego se presenta una denuncia y el juzgado ordena cautelarmente que no se abra el consistorio. Cuando se conoce esta actuación, primero dicen que acatarán la medida, luego que algunos ediles «atenderán al público en la calle» (esto es digno de una película de Berlanga digan lo que digan; puedo ver la escena en mi imaginación). Más tarde parece que se vuelven a contradecir y acaban abriendo, y hasta parece que rompen la orden judicial en público a modo de protesta.

El asunto me parece ridículo se mire por donde se mire, y está claro que el fondo es el que es (seguir con los intentos del quebrantamiento de España por los medios que sea; cualquier excusa es válida si puede dar que hablar), pero tan estúpido me parece que abran el ayuntamiento el 12 de octubre siendo festividad nacional, como que se les denuncie por ello y tengan que intervenir los juzgados por una situación tan baladí. Una vez más acabamos creando héroes de la nada.

No sé a santo de qué viene tanta polémica con el 12 de octubre. Personalmente NUNCA he celebrado esta festividad (aunque tampoco he celebrado nunca el 9 de octubre). Bueno, de hecho no soy muy de celebrar estas cosas; por no celebrar no celebro ni mi cumpleaños, así que ciertas polémicas me la traen al pairo. Pero he de confesar que tras tanto ataque (bajo mi punto de vista infundado y/o equivocado) a esta fiesta, por un momento (fugaz) me han entrado ganas de celebrarla.

Eso sí, con independencia de lo que piense de la justicia y de algunas de las leyes en vigor, me parece que la actitud del señor teniente de alcalde de Badalona deja mucho que desear, por mucho que haya sido aplaudida por un cierto sector de la ciudadanía. Mejor no digo lo que pienso de ellos.

Resumen: Estas cosas deben verlas desde fuera de nuestro país y se estarán descojonando de nosotros. ¿Se imaginan a la Merkel viendo las noticias?

Ramón Cerdá