Revista Infancia

Familia S.L.

Por Eko
Ha sido en la última reunión del curso con el profesor de mi hija mayor, que nos hemos dado cuenta que nuestro esfuerzo y empeño en hacer de nuestros hijos, algo más que pequeños déspotas y futuros insatisfechos descerebrados, que buscan solo la diversión y el placer del momento, empieza a dar sus frutos. Es triste oír decir a un profesor, con muchos años en la docencia, entre la resignación y el hartazgo, como los niños y niñas cada vez más jóvenes, adoptan gestos y actitudes impropias de su edad. Sin embargo me pareció mucho más triste, que los padres de esos niños, no sólo excusen y defiendan las actitudes de sus hijos, sino que las alimenten, aduciendo que les servirá cuando crezcan para no ser marginados y ganarse el respeto de los demás.
Hablamos de niños y niñas de ocho años o nueve recién cumplidos, más preocupados por las series juveniles y las fotos o cromos con las que decoran sus carpetas, que en centrarse en clase y prestar atención al profesor. Niños y niñas, con actitudes propias de macarras y calienta braguetas de discoteca, que de niños de esa edad. Con todo ello, sin embargo, no hacemos más que cambiar el sistema educativo, según sea el color del partido gobernante, para que no halla un nivel tan alto de fracaso escolar, sin darnos cuenta de la importancia que tiene el papel de las familias en ello.
Con una izquierda anti-tradicionalista y una derecha neoliberal, la familia parece poco a poco desintegrarse y se comienza a ver sus efectos en niños y jóvenes sin más aliciente y proyecto de futuro que disfrutar y pasarlo bien. Debe ser obligación de padres y madres educar individuos que sumen al colectivo y no busquen que sus hijos simplemente se integren al rebaño como uno más. Buscar la reflexión y el pensamiento libre de los niños, valorar algo más que ser un estereotipo físico, encontrar el camino para que sean capaces de dilucidar que es lo que más les conviene y qué son capaces de aportar ellos para que esta sociedad mejore. Lo difícil se convierte en casi algo imposible, cuando comprobamos que muchos niños demuestran a veces más coherencia y madurez que sus propios progenitores. Progenitores que viven por y para aparentar algo que en realidad no son, rodeados de cuanta más gilipollez material mejor. De donde no hay, poco se puede sacar, lo cual me lleva a pensar que esta situación esta destinada a perpetuarse e incluso empeorar con el paso de los años. En España seguirá imperando el fracaso escolar, el acoso a los profesores por parte de alumnos y padres, la marginación y el maltrato físico y psicológico entre los propios niños, en definitiva un panorama que asusta realmente. 
Debemos arrebatar a la Iglesia y a los medios de comunicación el concepto de familia, y devolvérsela a la sociedad. No importa quien integre una familia, sino que realmente hagan honor a dicho concepto y se comporten como tal, atendiendo no sólo a obligaciones materiales y bienestar, sino de implicación en crear personas mejores, libres de ideas preconcebidas, solidarias y justas en esencia.
Me río yo de los que se atan una cuerda y se tiran por un puente para sentir como corre la adrenalina por sus venas. Ser padre o madre hoy en día es un acto de valentía tal, que debería considerarse de alto riesgo. Parece que no somos consciente de que esta en nuestras manos el futuro de todo un país, y que no hacemos más que crear seres socialmente aceptados pero totalmente vacíos.

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