Revista En Femenino

Familias ensambladas: cómo integrar a los chicos

Por Mamikanguro @MamiKanguro

Una familia ensamblada o familia reconstituida es una familia en la cual uno o ambos miembros de la actual pareja tiene uno o varios hijos de uniones anteriores. Dentro de esta categoría entran tanto las segundas parejas de viudos como de divorciados y de madres solteras. Cuando comenzaron las investigaciones sobre el tema, después de la segunda guerra mundial, la mayor parte de estos casos la conformaban los viudos de guerra. En la actualidad el grueso de las familias reconstituidas del mundo occidental lo constituyen los divorciados con hijos que vuelven a formar pareja. ¿Cómo repercute en los hijos esta situación?

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A diferencia de las familias tradicionales, en las ensambladas hay más personajes en juego, más intereses en pugna y obviamente más conflictos que surgen en relación a la identidad que logran formar cada una de ellas.

Tanto los adultos como los niños pueden sentirse confundidos, enojados, abrumados, inseguros, ansiosos y desilusionados. Para evitar este tipo de sentimientos es imprescindible que los mayores puedan pactar acuerdos para establecer con qué cuentan y qué deben tener que sacrificar con la decisión que están tomando.

Una de las recomendaciones que hacen los especialistas está vinculada con la importancia de respetar los tiempos de los chicos. Si hubo una separación o divorcio de los padres de los niños, debe pasar un tiempo prudencial (no menor a un año) para presentar una nueva pareja.

“Es importante que se compartan la mayor cantidad de actividades donde se pueda construir un vínculo sólido y así armar una nueva historia familiar. En definitiva, si los chicos sienten que siguen siendo importantes en esta nueva conformación familiar y los adultos acuerdan valores básicos puede ser parte de una muy buena historia genuina e intensa”, dice María Constanza García, licenciada en psicopedagogía y docente.

Con los adolescentes, se aconseja que el progenitor sea quien se encargue de poner los límites, especialmente si se trata de autorizar salidas nocturnas. En cambio, las pautas de convivencia diaria (como autorizar a invitar a un amiga) si las puede brindar la nueva pareja.

¿Cómo debería comportarme con los hijos de mi pareja?, ¿qué lugar ocupo yo en esta nueva familia? o ¿cómo manejarse con el dinero? son algunas de las inquietudes que pasan por la cabeza de quienes protagonizan la unión.

La licenciada Beatriz Goldberg, autora de “Tuyos, míos, nuestros”, explica que “es importante que los chicos perciban un equilibrio en la nueva pareja. Para ello, deben presentarse como una unidad y luchar por mantener la cohesión del grupo ensamblado y al mismo tiempo enriquecerlo. Llevar adelante una familia ensamblada requiere de mucho trabajo, y sobre todo, permanentes negociaciones”.

Dificultades de los hijos o de los ex para aceptar la relación con los consiguientes boicots a la misma, problemas para conciliar horarios de visitas, diferencias de dinero o de reglas entre una casa y otra de los mismos hijos, falta de tiempo para la pareja o los hijos e incomprensión de las características de la nueva familia son los conflictos más comunes que aparecen.

Los chicos, “se preguntan si se reducirá o suspenderá el tiempo que pasan con el progenitor y pueden exhibir conductas que requieren más atención o que desafíen al nuevo miembro, como ponerse violentos, manipuladores o despectivos. A veces, se sienten diferentes a los demás niños: creen que la suya no es una verdadera familia”, grafica María Silvia Dameno, licenciada en psicología. Para evitar estos sentimientos, lo más importante es que los cambios se introduzcan en forma gradual sin dar por sentado que todos tienen que tener la misma elaboración. También se aconseja hacer participar a los niños en, por ejemplo, la diagramación de su cuarto.

Para los niños estas cosas suelen ser muy sencillas. No tienen problemas en amar a dos, a tres o a veinte personas. Con frecuencia, quienes tenemos problemas somos las personas mayores, a quienes nos resulta más complejo admitir dentro de nuestro circuito afectivo a más individuos que los que teníamos calculado.

 Como bien lo explica Laura Gutman Estar dispuestos a ensamblar familias supone una generosidad y una apertura excepcionales. Porque no se trata sólo del amor pasional entre un hombre y una mujer con el consecuente deseo de estar juntos. Cuando uno de los dos  -o ambos- tenemos hijos, planear el futuro en común incluye múltiples variables, tantos como individuos hagan parte de esta decisión tomada sólo por la pareja enamorada y sin el consentimiento de los niños. Es decir, será menester ejercer la paciencia, el diálogo, las explicaciones, la escucha genuina y la verdadera intensión de ofrecer a los niños algo tan valioso como la comprensión y la compañía, en agradecimiento a la adaptación de los niños al nuevo esquema familiar.

Negociar en vacaciones, un desafío

Las vacaciones siempre son una excelente oportunidad para poder afianzar el vínculo entre los integrantes de una familia ensamblada. Para esto, el desafío es buscar actividades como ir al cine, teatro, museos, recitales o recurrir a espacios abiertos como plazas, parques o el zoológico.

Lo importante es entender que no siempre se puede dejar conforme a todos. Por eso, es importante que los adultos sepan negociar, entre ellos y con los niños, programando diversas actividades.

“Hoy hacemos tal cosa, pero mañana hacemos lo que te gusta a vos”, es una frase apropiada. Eso también los ayuda a compartir, a ser más pacientes y a poder aceptar la presencia del hermanastro.

Juegos de mesa, construcción de elementos a partir del arte, juego de palabras, lectura de libros de su interés, realizar algún deporte, cocinar comidas preferidas son otras de las opciones durante esos días.

¿Hay que ponerse de acuerdo o consensuar con el ex? “En general se aconseja que haya un acuerdo, aunque no siempre se logra. Lo importante es no utilizar a los niños como mediadores, no hablar negativamente del otro y evitar la lucha de poder entre los diferentes hogares”, responde la licenciada María Constanza García.

Tips para evitar problemas

  • Trabajar con las nuevas relaciones que se establecen, fomentando el respeto mutuo, el diálogo y la aceptación.
  • Procurar una igualdad de derechos y obligaciones. Las reglas con las que el grupo funciona son las de “esa casa”, mas allá de que cada hijo provenga de un hogar diferente.
  • Hacer que los cambios sean paulatinos y aceptar los tiempos de cada uno.
  • De ser posible, establecerse en una vivienda nueva, de modo que no haya quienes se sientan “visitantes” y quienes se sientan “invadidos”. Procurar que en ella haya un espacio para los que no viven allí.
  • Buscar consenso en los planes (salidas/vacaciones) así cada miembro siente que es respetado y deseado.

La familia ensamblada, es una organización de gran complejidad, hay una gran cantidad de vínculos y personas involucradas. Por lo general a esto se suman mitos que interfieren en su proceso de integración, por ejemplo:

  • Creer que inmediatamente se logrará el ensamble, siendo la realidad que este es un proceso que llevará de 4 a 7 años.
  • El amor hacia los hijos del cónyuge será instantáneo, por el solo hecho de amarlo a él/ella. Pero esto no es algo mágico, los vínculos deben construirse.
  • Creer que la familia funcionará mejor si los hijos no visitan al progenitor con quien no viven, o si éste está muerto. En ambos casos el fantasma ocupará el espacio vacío y sobrevendrá la idealización.
  •  Las madrastras y padrastros no son confiables. Pueden ser tan buenos o malos como pueden serlo los padres.

De ahí, que sea importante trabajar sobre las expectativas y los roles, ya que los miembros vienen con formas de vida diferentes, reglas de convivencia, hábitos y costumbres propias que indican “como deben hacerse las cosas”. Lo que resulta obvio para unos, puede no serlo para los otros, tornándose indispensable conversar sobre el significado que adjudica cada uno a las cosas, para que sea posible, a partir de allí, empezar a buscar un significado compartido. Cada miembro debe encontrar la manera de relacionarse con los demás, desde expectativas reales para evitar decepciones.

En las familias ensambladas, la pareja es el subsistema más vulnerable, es el más nuevo, no se dispone del tiempo necesario para hacer los ajustes que necesita la convivencia, debido a que hay hijos, hijastros y ex cónyuges. También suelen quedar postergadas las necesidades de descanso y esparcimiento, y es frecuente que el nuevo miembro se sienta excluido, o hasta un intruso.

Fuentes consultadas:


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