Bien es cierto que si algo está demostrando la presente pandemia es que se necesitan sistemas estatales fuertes capaces de coordinar todos los esfuerzos del país - y ese papel también está intentando ejercitarlo la Unión Europea dentro de sus limitaciones - con la finalidad de ayudar a los más necesitados, sin volver a repetir los errores de la crisis del 2008, pero también es cierto que los países que mejor han encarado la pandemia a veces lo han hecho a través de una gestión acertada de su sistema sanitario semiprivatizado, con lo que se concluye que una gestión brillante es mejor que una gran cantidad de recursos mal administrados. En el caso de nuestro país, por ejemplo, la mala coordinación entre Estado y Comunidades Autónomas está haciendo un flaco favor al objetivo de bajar el índice de contagios y muertes.
Pero Fanáticos insulsos no se dedica solo a analizar la rabiosa actualidad de una crisis que empezó en marzo y parece que llevara años entre nosotros. Se trata de una selección de artículos de un pensador angloindio que lleva años predicando la deriva de un occidente que todavía no ha purgado del todo los pecados del imperialismo y sigue intentando explotar en su beneficio a las naciones del Tercer Mundo por otros medios, a la vez que no es capaz de proporcionar trabajo seguro y bienestar a sus clases más desfavorecidas. Mishra está de acuerdo con George Santayana cuando criticaba al liberalismo asegurando que "tan solo se ha limitado a despejar un campo en el cada persona y cada interés empresarial tiene que luchar contra todos los demás para imponerse". Una especie de darwinismo económico para el que la opción comunista no es la solución. Solo un arbitraje y regulación estatal proporcionales a cada sector económico pueden lograr el equilibrio tan deseado entre libertad, seguridad e igualdad de oportunidades.
En este panorama tan incierto nos hemos librado de Trump, pero otros populistas siguen gobernando o amenazan con hacerlo, mientras la izquierda (y esto no es capaz de verlo el autor), gasta muchas de las energías que debería utilizar en favorecer a los más necesitados a promover una agenda más simbólica que real orientada a simpatizar con las causas de minorías presuntamente oprimidas, una labor muy loable, pero que en demasiadas ocasiones deja de lado los intereses de las masas de parados o trabajadores pobres. En los próximos meses nos adentramos en terra incognita, con una ciudadanía cansada y asustada y una administración estatal superada por los acontecimientos, mientras se espera que el maná que ha de llegar de Europa sea el bálsamo que todo lo solucione. Veremos que ideología sale ganadora de este nuevo combate librado en un territorio cada vez más devastado. Fanáticos insulsos tiene interés como uno de los puntales de este agresivo debate tan prolongado.