Viernes 2 de septiembre, 20:00 horas. Auditorio de Oviedo: Concierto de colaboración OSPA y OvFi. Director: Marzio Conti. Obras de Ravel, C. Halfter, Respighi.... y Stravinsky. Entrada libre.
Llevo varios años escribiendo una Carta a Los Magos donde pido una Octava de Mahler en Asturias, razonando que tenemos efectivos "en casa" para conseguirla. Parece que parte de la petición me ha llegado y ha sido una "Fantasía hecha realidad" al juntar las dos grandes orquestas asturianas como si de una selección de fútbol se tratase, con un "banquillo" que permitió hacer muchos cambios de efectivos (había unos 120 músicos sobre el escenario) en cada obra para dar "juego" (se mantuvo de capitán / concertino a Andrei Mijlin) y compartir el disfrute por parte de ambas formaciones más el de un público que llenó el auditorio con colas impensables (supongo que la gratuidad influyó), siendo el seleccionador / director del evento el nuevo titular de la orquesta carbayona, el maestro Conti.
Ilusión a raudales a la que él mismo llamó "Sinfónica Milagro", con un mensaje que los políticos, a fin de cuentas responsables para lo bueno y lo malo de nuestro devenir, deberían de anotar: "Van a tocar juntos contra el terrible mal de la división".
Para los melómanos habituales de ambas formaciones, incluso para los primerizos, y como bien escribía Cosme Marina, era "Todo un acontecimiento", y Aurelio M. Seco comenta que ambas orquestas "se tocan", aunque no sean "extremos", esperando que haya más veces aunque esta fuese evidentemente la primera.
Las obras elegidas sirvieron para trabajar un repertorio que el director italiano dominó de memoria (Ravel y Respighi) con una formación única que sonó consistente, plegada a las exigencias del maestro y con la ilusión de compartir Música, llegando por momentos a pensar que llevasen mucho tiempo tocando juntos pese a los "cambios" comentados al inicio.
El programa lo abría Ravel y su obra pianística instrumentada posteriormente La alborada del gracioso, exigente para cualquier orquesta desde ese inicio en pizzicati (algo indeciso por otra parte), unas maderas melodiosas (siempre ajustadas), la percusión tan "española" (e impecable), metales jugando con las sordinas de trompetas y la redondez de las trompas (bien empastadas), más una cuerda (aunque no fuese "propia") que completó ese caleidoscopio raveliano, todo para encontrar el colorido necesario, de paleta amplia que el talento de todos los músicos participantes, remando en la misma dirección, logró dejarnos una interpretación más que honesta.
De lo mejor resultó la obra española elegida y seguramente más interpretada de Cristóbal Halffter: Tiento del primer tono y batalla imperial (1986), prueba de fuego para esta orquesta "única" -no quiero pensar que irrepetible- surcando un mar placentero y tormentoso, relajante y traicionero, desde el inicio de cellos y violas realmente imbricados, hasta unos tutti rebosantes, homenaje de este tiempo a nuestros organistas de oro: Cabezón y Cabanilles, referencias renacentistas y barrocas, tiento y batalla desde un ambiente carnavalesco y por tanto festivo (como nos lo explicaba Emilio Casares en mis años de facultad al hablarnos de su amigo y compositor); virtuosismo orquestal sumado a aventura sonora, lo modal frente a la tímbrica pura y dura, melodías casi medievales "disfrazadas" de románticas, texturas llevadas a un éxtasis sonoro que el director italiano supo llevar a buen puerto sacando lo mejor del concierto con mano firme al timón de esta joya del maestro Halffter.
Y de Italia nos trajo a Respighi, en cierto modo continuación y contraste de homenajes a los ancestros como hace Halffter, con igual poderío orquestal pero de lenguaje aún más "clásico" en los dos poemas sinfónicos emparentados por la ciudad eterna:
Fontane di Roma, cuatro "lienzos sonoros" a lo largo de un día, ese amancer de la Fuente de Valle Giulia, melodías desgranadas como gotas de agua en el oboe sobre una cuerda acuática, la mañana de la Fuente del Tritón, trompas y triángulo en cascada sempiterna, madera y cuerda donde los remolinos irisantes parecen salpicarnos, el mediodía de la Fontana de Trevi que emerge potente y luminosa, cuerda exigente, viento homónimo y percusión ajustada, para acabar en un atardecer en Villa de Médicis, campanas fuera de escena, carillón acuático, cuerda tramontana y final siempre agradecido, frescos muy bien llevados y constrastados por un director que conoce todos los entresijos de esta partitura.
Y para finalizar Pini di Roma, también cuatro cuadros que rememoraron otra "Fantasía", arrancando con el brillante principio en la Villa Borghese, todos los músicos entregados e integrados como si llevasen años tocando juntos, demostrando la calidad en todos y cada uno de ellos, los pinos cerca de una catacumba, más bien cipreses por el ambiente sombrío y lúgubre que se logró transmitir en todas las secciones, frente al contraste luminoso de los del Gianicolo, contando con un excelente sólo de clarinete de mi admirado Andreas Weisgerber, bien "arropado en la banda izquierda" por el piano de Sergei Bezrodni junto a las arpas de Danuta Wojnar y Miriam del Río, sin olvidarme la celesta de Julio César Picos, con una dinámica en todos los músicos logradísima para una formación inédita que desembocó en esa explosión final que es la Vía Appia, orquesta pletórica incluída la fanfarria colocada en el segundo anfiteatro, con una dirección del maestro Conti clara, precisa, de pincelada fina y trazo largo, logrando los aplausos siempre previsibles ante finales en tutti ff que resultan muy agradecidos para todos, como la ilusión transmitida desde el podio.
Autor: Jorge SenabreNo podía imaginarme una explosión y exposición sonora más apropiada para los cuadros elegidos, y aún llegó "fuera de programa" El pájaro de fuego de Stravinsky, sólo el final para la misma "Fantasía" que se me hacía realidad. Desconozco cómo se programó pero las dos coincidencias con Disney hicieron volver a pensar que la versión 2000 de Levine mejoró la de 1940 con Stokowski, aunque los años me cambien incluso sensaciones. Para la de 2011 puse yo las imágenes pero Marzio Conti dirigió una orquesta de cine...
Al salir escribía en el teléfono "Fartura sinfónica" desde el buen sentido asturiano de comida abundante y rica que suele agradar a propios y turistas. No estaría nada mal una fartura al año, por lo menos, pues ingredientes y de primera tenemos de sobra para nuestra gastronomía (musical).