Editorial RBA, Barcelona 2006
Traducción de Marisa Presas
Lo que primero que se puede decir de esta joven escritora alemana (43 años), es que es bastante atractiva. En segundo lugar, parece haber tenido mucho éxito en Alemania según la contratapa de este libro de cuentos, pero al parecer no hizo mucho eco en el mundo hispano parlante. En tercer lugar, se puede decir cualquier cosa, aunque yo me ocuparé un poco de Fantasmas, que me tocó leer hace poco más de un mes, con inmenso placer, con enorme aburrimiento, y así, alternando.
7 relatos lo componen, ambientados en 7 lugares distintos: me siento uno de esos embolantes reseñadores de diario dominical, así que mejor abandono este camino. El amor y sus variaciones, o mejor: sus ramificaciones y modulaciones; y también los paisajes, cómo los paisajes dicen el amor o dialogan con él; podría resumirse así el universo que da conjunción a cada cuento. Sus personajes, y en algunos casos también narradores, son gente sensitiva, que percibe estéticamente la vida. En otra palabra, son seres artísticos.
Todo amor es orgiástico, podría decirse también. Incluye traición, entrega, olvido, indiferencia hacia leyes morales, mucha culpa, desencuentros, y ocurre en lugares inverosímiles, e incluso inadecuados. Cómo tomarlo, es una cuestión de actitud, en cualquier caso, ninguna forma de recepción lo desmerita o lo achica: el amor invade y se expande, y de golpe se vuelve vaporoso e impredecible. Dentro de lo que podría llamarse las manifestaciones del amor, en Fantasmas están algunas de sus tipificaciones: la amistad, el matrimonio, los amantes casuales, el hijo, la mentira, la aventura de viaje, los padres, el egoísmo, la infidelidad, etc. El recorrido, por lo mismo, puede resultar un poco monótono, pero la prosa de Hermann es un placer. Su forma de mirar es un placer, aunque por momentos resulte demasiado esquemática.
Junto con Birgit Vanderbeke e Irene Dische, Judith Hermann compone un interesante trío en la narrativa alemana contemporánea. Aunque brilla sola.
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