Por estos motivos, el Partido Comunista de la Unión Soviética, decidió construir una cadena de faros para guiar a los barcos en la oscuridad de la noche polar en estas costas deshabitadas. Los grandes faros, situados a cientos de millas de áreas pobladas, debían de ser completamente autónomos, puesto que en lugares tan alejados e inhóspitos no se disponía de ninguna fuente de alimentación externa.
En el amplio y salvaje territorio que abarca la costa Norte de Rusia podemos encontrar unos impresionantes Faros abandonados que, en su día y antes de la aparición de los satélites y el GPS, marcaron eficazmente la navegación marítima por una zona que abarca varios miles de kilómetros dentro del Círculo Polar.
Fue así como los ingenieros soviéticos decidieron emplear la energía atómica, creando una serie de pequeños reactores atómicos producidos en serie limitada expresamente para ser instalados en estos faros del Círculo Polar.
Durante varias décadas, los faros cumplieron su función, hasta que la aparición de nuevas tecnologías como el GPS y otros sistemas de guía, unido a la caída de la Unión Soviética, hicieron que su mantenimiento fuera cayendo en el olvido, sin ningún mantenimiento, el tiempo hizo que sus luces se fueran quedando apagadas para siempre.El largo abandono hizo también que la mayoría de los faros fueran víctimas de los saqueadores, aunque las zonas estaban y continúan catalogadas como peligrosas por los altos niveles de radioactividad reactores nucleares.