Pigmentos de hierro en Peña del hierro, Nerva.
He probado una docena de pastas comerciales de baja temperatura, y las utilizo, pero disfruto experimentando con las que yo mismo preparo recolectando barros naturales. Recuerdo una experiencia de hace doce años: en un saladar cercano a Elche y pegado al mar recogí una pequeña muestra de barro. La capa superficial gris, salobre y arenosa, de apenas dos centímetros, cubría una capa de arena suelta marrón de unos diez centímetros. Debajo de ésta, un palmo de fango gris oscuro, maloliente, formado por restos vegetales en descomposción (plantas barrilleras), cuajado de moluscos de dos especies. Cogí a partes iguales un puñado de la arena marrón y otro del fango, separando las valvas y los gasterópodos a mano. Amasé una bola y modelé unas figuras sencillas. Cocidas a 900º C en horno eléctrico el resultado fue una terracota amarillenta, claramente bandeada, oquerosa (numerosas vacuolas dejadas por restos vegetales y fragmentos de concha deshechos). Esta pasta me recordó de inmediato algunas terracotas púnicas.
Terracotas ibicencas.
Alfarería tunecina actual. Barro poroso y vacuolas.
Un amigo ceramista me advirtió de los riesgos de la volatilización de la sal para las resistencias de mi horno. Experiencias de este tipo he realizado en torno a ciento cuarenta en los últimos diez años, la mayoría con barros naturales, pero también un buen número partiendo de arcillas naturales y adición de al menos treinta desgrasantes naturales recogidos por mí en el entorno de las provincias de Alicante y Murcia, especialmente con materiales de la zona minera de Cartagena, la Unión y Llano del Beal. La fotografía al pie es de la superficie del citado saladar con especímenes de Potamides sp.Potamides en saladar de Aguamarga.