Revista Cine
CISNE NEGRO (2010)
La película nos cuenta la historia de Nina (Natalie Portman), una brillante bailarina que ha de soportar las presiones de su dominadora madre (Barbara Hershey) y del exigente director de la obra (Vincent Cassel), así como la rivalidad que mantiene con su compañera de reparto (Mila Kunis), en su intento por ser la protagonista de la obra que representa la compañía en que trabaja, “El lago de los cisnes”.
Darren Aronofsky nos cuenta una historia sencilla y ya vista en numerosas ocasiones, la de la eterna aspirante que sueña con alcanzar la fama. Sin embargo, lo hace de una forma tan profunda y con unos planos tan bellos que se nos olvida que nos está relatando algo que ya nos han contado antes. Además, el director juega en todo momento a engañar al espectador, puesto que éste no sabe si lo que está viendo es real o producto de la imaginación perturbada de Nina, que poco a poco va sufriendo una transformación física y psicológica que le provoca alucinaciones.
La interpretación de Portman, como siempre, es magistral, siendo quizás ésta la más profunda, compleja y conmovedora de toda su carrera. Portman consigue aportar a Nina una cantidad de matices asombrosos, pasando de la rabia a la frustración, o de la alegría a la ira, de una manera natural, creíble y muy realista. Oscar a la Mejor actriz principal merecido sin ninguna duda.
También destacan Mila Kunis, como la bailarina con la que Nina mantiene una tensa amistad y rivalidad, la cual se va fraguando según se acerca el día del estreno; Vincent Cassel como el estricto director de la obra, que cada día que pasa exige mayor perfección en los movimientos y mayor implicación de las bailarinas; y Barbara Hershey como la preocupada y opresora madre, que va viendo como su hija se va transformando poco a poco en algo que no quiere sin poder hacer nada por cambiarlo.
La fotografía es espléndida, por lo que merece la pena verla en pantalla grande para apreciar todos los matices, con unos planos imposibles en los que Aronofsky juega con los espejos y los reflejos. Predominan los tonos blancos y negros, con muchos contrastes con los que el director juega espectacularmente. Hay muchos juegos con las sombras y con la oscuridad, lo que favorece la sensación de angustia y descontrol de la protagonista, así como la opresión en los instantes más tensos y desconcertantes de la película. La banda sonora, cuya base es la obra de Tchaikovsky, es bella y aterradora a partes iguales, lo que también favorece la sensación de agobio de la protagonista. La música está colocada en el lugar adecuado en el momento oportuno, acrecentando en cada momento la sensación que quiere transmitir el director al espectador. En resumen, una película compleja y conmovedora a partes iguales, cuya principal baza son las geniales interpretaciones de los protagonistas, las cuales consiguen que te olvides de que está basada en una premisa sencilla y ya vista en numerosas ocasiones.