El diario El Mundo, publica un artículo lleno de mentiras, insidioso y agresivo llamando “terrateniente” al ecologista que ha promovido la encuesta sobre el Canal de Isabel II, presentándolo poco menos que como un par de la Duquesa de Alba por tener un piso en una zona popular de Madrid (mintiendo al presentarlo como cercano al estadio Santiago Bernabeu) y poseer cuatro hectáreas en una zona pobre del campo español. Es evidente que esta portada del diario El mundo -para estudiar en la universidad como ejemplo de periodismo basura y mafioso- sólo busca atemorizar a los que disienten (¿para qué dieron el número del portal donde vive el ecologista calumniado?) y, en este caso concreto, descalificar el referéndum contra la privatización del Canal de Isabel II propuesta por el Partido Popular y su brazo más extremo, Esperanza Aguirre. Estamos, como en otras ocasiones, ante un periodismo mercenario carente de la más mínima ética (¿merece realmente llamarse periodismo?). Y deja una vez más abierta una pregunta: ¿no es una suerte de prevaricación publicar información a sabiendas de que es falsa? ¿Tienen inmunidad los periodistas de la derecha? Estos comportamientos suenan a prolegómenos del fascismo. Ya lo contó Victor Klemperer en Lingua Tertii Imperii, su libro de notas antes y durante el nazismo, donde explicaba cómo antes de los campos de concentración los nazis asesinaban con las descalificaciones y acusaciones. ¿Necesitamos que marchen por la Gran Vía otra vez las camisas azules para darnos cuenta de que se trata de las mismas actitudes y las mismas intenciones? ¿Por qué lo que era válido para el “entorno de ETA” no es válido para este entorno que no duda en mentir para tapar los negocios que se hacen con los bienes públicos en España?
Si te opones siendo juez, policía, técnico de anticorrupción, ecologista, profesor, van a por ti. Y lo primero, como en los años treinta, es reducir a la condición de infame a quien quieren destruir. Cada vez es más preocupante lo que está pasando en España.